Discúlpame, Owen...
Habían sido dos días bastante agotadores para el pequeño hijo de la pareja Brown Jones. Ghejebré se había adueñado del tiempo libre que tenía después de clases y le ordenaba a correr largas distancias, a hacer ejercicios forzosos y a completar una que otra tarea, como robar una caja de cigarrillos en una pequeña tienda.Owen se sentía un poco más agotado que de costumbre pero imaginó que se debía a que no había tomado la vitamina.
—Deja de mirarme, estorbo ¿Acaso te gusto? —Escupió Ghejebré, acomodándose en su asiento. Sus labios se desplegaron dejando sus perfectos dientes al descubierto en una vil sonrisa, sus ojos resplandecían con vivaz malicia.
El pequeño no respondió, bajó la mirada y se mantuvo en silencio. Seguía nervioso y agitado, no podía creer que había robado. ¡Lo hizo! Aunque el miedo le estaba matando tuvo que hacerlo, su primo le había amenazado con golpearle y hacerle la vida miserable si no lo hacía.
Y no podía arriesgarse, sabía que él cumpliría su amenaza.
Pocas veces había salido al centro de la ciudad y aunque le pareció raro y sospechaba que no era para nada buen que Ghejebré lo había invitado, igual no pudo negarse, su madre no le hubiera permitido que le hiciera ese desplante. Por primera vez sentía rencor hacía ella, porque le parecía culpable de todo lo que había sucedido, desde el robo hasta todo lo que tuvo que correr para no ser atrapado por el vigilante de la tienda.
El mayor llevó un cigarrillo a sus labios con total tranquilidad y lo encendió, inhaló y exhaló un par veces, manchando su alrededor con el imponente humo. Miraba relajado por encima de sus hombros, todo aquello que ocurría en la plaza en la que estaba sentado. No le interesaba mucho la verdad, pero no tenía nada que hacer.
—¿Quieres? —le ofreció cigarrillo al pequeño al cabo de un rato.
Owen no lo dudó ni un segundo, negó rápidamente algo asustado. Ghejebré no pudo evitar soltar una carcajada. Le parecía muy gracioso el pequeño, le divertía verlo tan lleno de miedo como una asustadiza e insignificante rata.
—Tú te lo pierdes, marica —se encogió de hombros y siguió fumando su cigarrillo tranquilamente.
Marica... El pequeño ya había escuchado esa palabra anteriormente, su padre se la había gritado en un par de ocasiones, pero seguía sin saber su significado. Aunque no por eso iba a preguntarle a su primo que significaba, menos a su madre o a Francys. Él sabía quien podía responderle sin ningún problema, además le tenía otras preguntas.
A medianoche, cuando la hermosa melodía del violín le despertó, bajó las escaleras con mucho cuidado, entre la penumbra se dirigió a la cocina a prepararle algo de comer a Lucas; como ya se había acostumbrado a hacer. El violinista le había confesado la noche anterior que le encantaba el sándwich o como él lo llamaba: El sanduise. Así que sin perder mucho tiempo le preparó uno y se lo llevó acompañado de un jugo de naranja.
Lucas lo recibió con una sonrisa que apenas se notó en las penumbras de la oscuridad, no estaba sentado en el escritorio como en las noches anteriores. Esta vez se encontraba en la mitad del despacho, con la mirada fija en la entrada, esperándole para recibirle con su música, la misma, esa que había compuesto doscientos años atrás para el amor de su vida, para él.
Siempre había sido él.
Owen sonrío, cautivado, ansioso y emocionado. Aunque habían sido días bastante duros gracias a Ghejebré y sus malvados entrenamientos, igual seguía esperando el anochecer con todas las ganas porque Lucas y esas clases de violín que tanto había deseado se convirtieron en el escape de la realidad que por mucho tiempo esperó encontrar.
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Noches de Penumbra y Melodía [BL]
Mystery / ThrillerÉl y yo estábamos destinados a estar juntos... más que destinados estábamos maldecidos ♪