Beso letal en el ático.
Sentado en un viejo mueble, con las piernas cruzadas y el reflejo de una sonrisa en sus curvados labios, Ghejebré Brown, esperaba sin prisa que su inconsciente pariente despertara. Una que otra vez bebía de la copa de vino que bailaba entre sus huesudos dedos y tarareaba una melodía, quizás una canción de cuna o una alabanza a la oscuridad. De igual forma tétrica y perturbadora, diluyéndose con sencillez en el recinto cerrado carente de luminosidad.
Excéntrico y cruel, con la vil máscara ocultando la obra de arte que crearon sus dedos al arrancarle los ojos de las cuencas, sonreía. Un ser supremo y oscuro, estancado en la línea que separa la divinidad de la locura, la grandeza del rencor, la fiereza de la despiadada inteligencia.
Ghejebré Brown era la reencarnación del rencor, la ira disfrazada de una sonrisa afilada y la manzana discordante que hace tambalear la razón, el dulce veneno que tienta y humilla antes de quitarte sin piedad la cálida vida. Era el elipsis de un tóxico aguijón, la supremacía de los reyes y la ira de un dios.
Owen se encontraba frente a él, atado con gruesas cadenas de hierro a un poste de madera en medio del ático, su cabeza caía inclinada hacía delante presa de su propio peso y líneas de sangre surcaban caminos oscuros sobre la pálida piel de su rostro. Indefenso, una criatura realmente manejable y dócil, ante un feroz depredador.
Sólo dos en un ático nauseabundo, húmedo y lleno de bichos que sin vacilar corrían de un lado a otro, escondiéndose entre tanta basura acumulada. El polvo danzaba pacientemente en el denso aire y la tenue luz que lograba filtrarse alejaba sin éxito la penumbra.
El joven había sacado a Francys luego de haber dejado inconsciente a Owen, la arrastró a su habitación y la dejó encerrada para que no tuviera oportunidad de inferir en sus venideras acciones. De Asher no tenía que preocuparse, mucho menos del abogado Henry del cual ya se había encargado hace unos minutos antes.
El muchacho movió levemente su mano, quizás también parpadeó, gestos inadvertidos que contra todo pronóstico su primo captó. No fué como si le hubiera visto moverse, más bien fué como si acabase olfatear que estaba recobrando el conocimiento.
—No sabes la energía que gasté para hacer realidad ésto, para concretar mi plan —escupió Ghejebré, sonriendo. Tomó un sorbo de su copa, saboreando con gracia lo dulce y amargo del licor—. Debería obtener un premio, te debería utilizar para mi satisfacción personal. Sin embargo, ya fuiste de él, ya eres tan impuro como el demonio mismo. Ya no me interesas, Owen Brown. Sólo me interesa tu destrucción. Esa será mi mayor satisfacción.
Owen, mareado y sintiéndose agotado hasta para abrir los párpados, escuchaba la voz de su primo como distorsionados sonidos carente de coherencia alguna. Comenzaba a despertar, tenía la garganta tan seca que sentía que le ardía y el dolor en su cabeza le era insoportable, parecía que se le iba a explotar el cráneo, que la mandíbula se le había dislocado o sus dientes extrañamente habían cambiado de posición.
Quizás había polvo o arena en su boca, no lo sabía con exactitud, talvez sólo era una sensación de sequía que abrumaba su garganta con presión. Los pensamientos discordante hacían armonía con su despreciable dolor de cabeza, estaba despierto pero aún su conciencia parecía estar durmiendo.
Un parpadeo lento, una mirada borrosa, un suspiro agitado una muerte destinada. Owen Brown, no se sorprendió ni un poco al encontrarse rehén de Ghejebré. Morir era lo que menos le inquietaba, porque a pesar de que todos al final van a enfrentarse a la muerte alguna vez, él ya estaba destinado a hacerlo, quizás mucho antes de lo que había imaginado.
Buscó con su cansada mirada rastros de Francys, sin éxito alguno. Estaba en una posición incómoda, quiso acomodarse; sin embargo, estaba atado tan fuerte al poste de madera que sus movimientos eran totalmente limitados. Forcejear era inútil, mantener su cabeza erguida un gran esfuerzo.
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Noches de Penumbra y Melodía [BL]
Mystery / ThrillerÉl y yo estábamos destinados a estar juntos... más que destinados estábamos maldecidos ♪