La carta de Lilian Drake.
¿Cómo dejar atrás a la persona que verdaderamente amas?¿Cómo abandonarle en el momento en el que necesita más de tí?
¿Podrías en verdad alejarte con tu equipaje en manos mientras escuchas sus ahogados lamentos y rompes la promesa de amor que una vez les unió?
Asher Gale no sería capaz. Prefería terminar de quebrarse a su lado como estatua de mármol que cae del último piso de un rascacielo que abandonarle para mantenerse a salvo. Porque aunque por naturaleza el ser humano busca desesperadamente huir del dolor, él afrontaría o se acostumbraría al daño con tal de proteger a toda costa a su amado.
Por Owen Brown sería capaz de todo, lo supo desde la primera vez que le escuchó llorar en la madrugada y encontró curiosidad en una mirada sosegada en dolor, y lo sustentó cuando tomó sus manos y sucumbió en la tenue dulzura de sus labios arrogantes. Sin titubear le había cedido a aquél muchacho su vida entera.
Esa mañana cuando el jovencito regresó devastado a la habitación por la noticia que le había traído Adele, aunque su cuerpo se encontraba cansado y apenas podía mantenerse en pies, Asher le ofreció su hombro para que se recostara y llorara sin represalia, le brindó palabras de aliento mientras al escucharse se aferraba al temor de que la muerte le llegase antes de que su querido amante encontrase el camino a la felicidad, le sonrió con ternura ocultando su propio sufrimiento. Cayó nuevamente en el abismo del que antes ansió salir huyendo, y vió su inevitable caída, pero no le importó ni el impacto ni las consecuencias.
Sonrío amargamente a la realidad de que de allí no saldría, que ahora el abismo era aquella mansión y las puertas yacían cerradas a su Merced, y que la muerte se acercaba rasgando con fiereza su piel.
La maldición de Lucas Pierre, ya no era sólo suya, quizás nunca lo había sido. Ahora era de todos los que algunas vez habían puesto un pies en la mansión Brown y miraron a los ojos del joven anfitrión, era de los que sintieron algo por Owen y los que cayeron en el juego macabro de un destino tan incierto como marcado.
Lloraba el cielo acompañando a Owen en la discordia de un montón de sentimientos abrumadores, gemían las rosas consolando a Asher en su agonizante desesperación, reía Gejhebré admirando el caos que se aproximaba y en silencio sollozaba Lucas esperando cada noche al joven a quien dedicaba su melancólica música, moría Oswaldo prisionero en sus pensamientos y se perdía Lilian en sus eternos anhelos de libertad. Adele, la que antes fué dulce, quebraba margaritas mientras el nombre del jovencito Brown repetía sin parar, arrastrando una obsesión que desde niña le consumía.
Tan complicado es el ser humano, tan sumido en lo perfecto y en lo errado.
Desde aquel día, después de que Adele se retirara de su lado, Owen no regresó a encontrarse con Lucas por varias noches, no porque se había desprendido del deseo de verle sino porque habían sido días muy ajetreados, días en los que tuvo que esforzarse para fingir una sonrisa frente a Oswaldo porque no podía dejar que él se enterase de lo que estaba sucediendo o se tomaba el riesgo de que la noticia repercutiera de mala manera en su recuperación, además el estrés que conllevaba el caso de su madre estaba a punto de llevarlo al colapso, seguro así hubiese sido si no hubiera contado con el apoyo de Asher.
Esa mañana que recibió la visita del abogado que había contratado para la defensa de Lilian, estaba más calmado debido a los sedantes que Francys le había recomendado tomar y a los cuales él había accedido.
Incluso aquel hombre sintió pena por el muchacho, porque no le traía buenas noticias y el joven estaba más entretenido en las mariposas que danzaban encima de las rosas que en su propia visita. No se encontraba impecable como la primera vez en la se habían reunido, no, estaba cansado, su camisa estaba desabotonada dejando al descubierto parte de su pecho, grandes ojeras se le marcaba oscureciendo su tenue mirada y sus labios estaban tan resecos que parecían sangrar por sus grietas.
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Noches de Penumbra y Melodía [BL]
Mystery / ThrillerÉl y yo estábamos destinados a estar juntos... más que destinados estábamos maldecidos ♪