La maldición.
El pequeño Owen poco quería recordar de la noche anterior, y aunque detestaba ir al colegio esa mañana sintió que lo necesitaba, porque al menos con la irritada voz de la instructora Derry y el bullicio de sus compañeros en el salón de clases los recuerdos de su primo rastreando cada centímetro de su piel se hubieran diluido.Encerrado en su habitación, acurrucado en su cama no dejaba de pensar en la traumática situación. Sentía frío y miedo, un huracán de hirientes emociones que desconocía revoloteaban en su interior y aún se le erizaba la piel sintiendo presente sus dedos como hierro hirviendo sobre su desnudo cuerpo. No entendía lo que él quiso hacerle, tampoco lo que ocurrió después y menos porque en la mañana su madre le dijo que no iba a llevarlo al colegio porque acompañaría a Ghejebré a la clínica porque éste se sentía mal.
¿Qué le había sucedido a su primo? ¿Por qué había retrocedido y se había arrodillado ante él? No salía de su cabeza ese pálido rostro contraído de dolor, lleno de sudor y lágrimas. Seguía presente como un eco persistente en su cabeza aquella voz quebrada pidiéndole perdón.
Todo le parecía muy confuso pero temía pedir respuestas, además sé encontraba solo en la mansión en compañía de la señora Francys y el jardinero, por eso esa mañana bajó al despacho de su padre para hacerle un par de preguntas a Lucas y una de ellas era: ¿Por qué no me ayudaste?
Bastó con echarle una ojeada al lugar para darse cuenta que se encontraba vacío, misteriosamente todo estaba igual que al inicio de la noche anterior, como si nada hubiese pasado, ni siquiera su clase de violín. Imaginó que era verdad eso que decían, que los fantasmas solo salían de noche, y Lucas era un fantasma ¿no? Éso explicaba fácilmente su ausencia durante el día.
Salió del despacho, un poco triste y aún con todo ese montón de preguntas dando vueltas en su pequeña cabeza. Iba subiendo las escaleras para regresar a su habitación cuando al final del pasillo observó a Francys, con una bolsa negra en una mano y un candelabro viejo en la otra.
Corrió hacía ella con prisa. Ya habían pasado dos años desde que la familia Brown se había instalado a vivir en esa mansión, y en el lapso de tiempo transcurrido Owen aún no conocía muchas partes de la casa, incluyendo a donde se dirigía Francys. El ático.
—¿A dónde llevas esas cosas? —cuestionó el pequeño, atajando el camino de la mujer.
Francys que era una mujer bastante asustadiza, respiró hondo al escuchar repentinamente la voz del pequeño. Decía con continuidad que le iba a dar un infarto, porque por todo se asustaba, si veía un ratón o una cucaracha sus gritos se escuchaban por toda la mansión. Y aunque a nadie se lo había comentado sentía que dentro de las paredes de esa casa había algo, un ser del más allá talvez, hubiera jurado que en muchas ocasiones sintió una presencia paranormal.
—Oh, pequeño príncipe, pensé no ibas a salir de tu habitación —le dedicó una sonrisa, cuando se le pasó el susto—. Llevaré al ático estos cachivaches que según mistress Brown ya no están acorde con la decoración.
El pequeño sonrío, si algo pudiera distraerle seguro sería explorar un lugar desconocido, así que sin dudarlo cuestionó:
—¿Puedo acompañarte?
—Oh, me gustaría —contestó, sinceramente, con una serenidad y un cariño muy fraternal—, pero a tus padres no les gustaría que entraras a ese sucio lugar.
La señora tenía razón, y el pequeño lo sabía, pero su curiosidad no se daba por vencida.
—Yo sí quiero ir —animó el pequeño, mirándola fascinado, queriendo convencerla—. Sólo es un momento. Además ellos no están aquí y si tú no le dices que te acompañé al ático no tienen como enterarse ¿verdad?
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Noches de Penumbra y Melodía [BL]
Mystery / ThrillerÉl y yo estábamos destinados a estar juntos... más que destinados estábamos maldecidos ♪