Epílogo 2 ♪

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Owen Brown.

10 de junio, 2022.

El ascensor siempre me ha causado un poco de temor. Quizás a eso se asocie este descontrolado palpitar de mi corazón y el dolor que en especie de leves hincadas me abruma el pecho con intermitencia.

22.

21.

20.

¡Mierda! Baja, sí, así. Baja. Baja rápido.

19.

18.
...

Frío, metálico y diminuto. Nunca me he puesto a pensar anteriormente si padezco de claustrofobia. Encerrado en estas cuatro paredes de metal que desciende lentamente es que me doy cuenta que podría ser una posibilidad. Sí, definitivamente lo es.

No debí haberme montado aquí, mucho menos sólo.

Rasguño mi pulgar con el dedo índice; en ambas manos, ansioso de que el elevador llegue al fin a la planta baja. Pude haber bajado por las escaleras como constantemente hago, pero desde que regresé de la playa en la que se celebró la boda de mi hermano he sentido un poco de molestia en el tobillo, talvez reproche por días tan agitados.

Sí, detesto los ascensores.

Quizás los espacios pequeños me traen malos recuerdos y por ende les rechazo. El despacho de la ex mansión Brown, el cuarto de hospital donde recibí la noticia de que había muerto Cayden y también la habitación de hotel donde murió Asher, todo lo que sucedió en el ático, la prisión y el hospital psiquiátrico en el que reside Ghejebré, el frío recinto donde llevan a los pacientes que no lograron vencer al cáncer. Y recientemente el confinamiento por el Coronavirus.

Al menos, todo ha mejorado últimamente ¿no?

El ascensor se tambalea un poco antes de abrir sus puertas, me acomodo el tapaboca y salgo de allí. La clínica en la que laboro es gigante, enfermeras corren de un lado a otro y el megafono en lo alto del techo no deja de anunciar al neurocirujano Fray que la sala de cirugía se encuentra preparada. Sonrío, es común que se retrase. Es un par de años mayor que yo, su cabello es grisáceo y sus dientes amarillentos dejan al descubierto su gran adicción al cigarrillo y al café. Es un gran neurocirujano, me atrevería a decir que el mejor en toda Londres. También es una gran persona, es ocurrente y divertido. Tiene un sarcasmo cruel y una sonrisa pícara que atrae de manera formidable.

Por eso me sonrojo bastante cuando menciona que nunca había visto a un oncólogo tan capacitado como yo, quizás sea verdad, o una mentira sutil con la que intenta coquetear conmigo. No tengo las cosas claras después de que me robó ese beso hoy en la mañana, aún siento sus labios sobre los míos y la ronca carcajada que escupió antes de salir del baño. Sé que no funcionaría, él y yo no es viable; sin embargo, sé que sería muy feliz a su lado. Quizás en otra vida, en circunstancias diferentes hubiera funcionado.

Tonto, Fray. Estás realmente loco.

Atravieso la gran entrada de la clínica, ya he cumplido con todas las citas que se habían programado para el día de hoy y he tramitado todo el papeleo para retirarme.

—Buenas tarde, doctor Brown —saluda el vigilante de las instalaciones al verme atravesar la salida.

—Igualmente, Grey's —respondo cortésmente, dedicándole una sonrisa que no es visible gracias al tapaboca.

Camino deprisa hacía mi auto. No sé porque este pensamiento me embarga, pero estoy seguro que a Ghejebré le hubiese fascinado. Es de un rojo intenso, moderno y cómodo. Tal vez hubiese comprado uno color negro o gris; sin embargo, ese joven de ojos verdes y sonrisa encantadora que iba tomándome de la mano esa tarde había quedado maravillado y comentó que moriría por pasear aunque fuese una sola vez en un carro así.

Noches de Penumbra y Melodía [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora