Epílogo ♪

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Cuando el acaso se desvaneció dejando tenues matices azules que daban lentamente la bienvenida al naciente amanecer, la Muerte sorprendió a Asher Gale mientras dormía con una sonrisa en su rostro y abrazaba al dorso desnudo de Owen Brown.

Y aunque el camino a la luz le parecía una tarde de verano en las que daba zancadas sobre el suave prado lleno de margaritas en que le había propuesto a Owen ser novios, sintió un poco de melancolía al dejarle allí, pero la Muerte le extendió su mano y con una sonrisa en sus angelicales labios le susurró que tenía que irse pero nunca dejaría de estar presente en cada uno de los días restantes de vida que su amado iba a disfrutar.

Asher retrocedió un par de pasos e ignorando su cuerpo humano sin vida, besó a Owen en los labios como promesa que en la otra vida por y para siempre le estaría esperando. Así se marchó, así dejó una parte de su alma consolando al muchacho que cuando despertara se iba a encontrar con la escena que siempre le aterró.

Y sollozó con fiereza abrazando desesperado el frío cuerpo de su acompañante, le besó incontables veces y le habló con la voz quebradiza murmurando cosas sin sentido, recordándole cuando le abrazó por primera vez en la escuela militar porque quería protegerle del gélido clima y también cuando amenazó con romperle el cuello, cuando se atrevió a besarle y le contó incontables cuentos que una vez le hicieron soñar. Se negaba a desprenderse de él, pero él ya se había ido y como promesa besó sus labios.

Los administradores del hotel consternados por los gritos del jóven entraron a la habitación encontrándose frente aquella triste escenas, dónde dos amantes que se amaron se abrazaban, y uno se encontraba llorando por el que ya no estaba. Intentaron calmar al muchacho pero este balbuceó entre gritos que no acercaran, que todo estaba bien y Asher despertaría pronto.

Aquello acarreó muchas cosas, la imagen de Owen se vió afectada gracias a las declaraciones de los trabajadores del hotel a la prensa y la alta sociedad le rechazó por el simple hecho de que amó a otro hombre, pero eso no le importó lo más mínimo, al igual apenas y se enteró, había pasado semanas encerrado en su habitación con el mínimo contacto a la realidad que Francys podía ofrecerle.

Una mañana se levantó y apartó la gruesa cortina que arropaba la ventana de su habitación, no pudo evitar sollozar mientras miraba al cielo y sus labios forjaban una sonrisa, él sabía que allí, detrás de aquellas espesas nubes estaban las personas que más amaba sonriéndole de vuelta. Tomó uno de los trajes más elegante y después de desayunar doble ración salió a pasear por las alborotadas calle de la ciudad. No lo planeó, simplemente fué cosa del momento, tomó un tren y se dirigió a visitar a su madre. Hablaron mucho ese día, quizás como ningún otro, pero aquella conversación se basó más en cosas superficiales. Aquél vínculo que los unía estaba quebrado, pero ambos estaban dispuesto a luchar para repararlo.

Pronto siguió la universidad y se convirtió en referente para sus compañeros, la medicina era lo que le apasionaba y poco a poco sería aquella pasión que profesionalmente le haría conseguir el camino.

La patria potestad de su hermano fué legalmente cedida a la madre de Rhysand, la abuela del pequeño, pero aquello no impidió que se acercaran, Owen una que otra vez iba a visitarle, le llevaba un par de obsequios y aunque odiaba el fútbol le acompañaba a jugar. Aquél niño había robado su corazón.

De Adele no supo mucho, había escuchado que renunció a su herencia y a su matrimonio para irse a conocer el mundo. Luego, en una fiesta de la alta alcurnia se cruzaron de casualidad, ella iba realmente hermosa en un vestido azúl que resaltaba su mirada, aunque al principio ni se miraron, luego ella se le acercó.

—¿Bailamos, Brown? —propuso, jovial.

Owen respondió con una sonrisa, tomó su mano y bailó con ella toda la noche. Rieron sin parar, hablaron de la hipocresía de algunos integrantes de la alta sociedad y estando ebrios se burlaron de lo mal vestidos que se encontraban muchos de ellos.

Ya a medianoche se despidieron y ella depositando en sus labios un beso le prometió que iría a visitarlo, pero nunca más se volvieron a cruzar, Adele tenía planes y siguiendo sus sueños viajó a Estados Unidos.

Owen visitaba a su psicólogo dos veces a la semana, una que otra vez frecuentaba un bar gay a las afueras de la ciudad donde conocía a alguien para pasar la noche.

Y así pasaban sus días.

Y ocurrieron cosas maravillosas y angustiantes y dolorosas, hubieron risas, también lágrimas; a veces, sólo a veces sintió que era feliz y otros grandes instantes que no lo era, amó con locura y odió con frialdad, danzó bajo la lluvia con las manos pegadas al cristal de la ventana y sollozó en el solitario caballo de un carrusel, suspiró profundamente y con fiereza se apegó a los recuerdos, sanó heridas y otras siguieron sangrando,

Quizás eso era la vida, una día lluvioso con el intermitente sosiego de los rayos del sol.

O un día soleado con las caricias de un gélido chubasco.

Constantemente hablaba con Asher y Cayden, observaba el cielo y sin poder evitarlo partía en llanto. Nunca iba a ser diferente.

Y a veces; en las noches más frías se cuestionaba si en la lejanía estaba sonando el más melancólico y afinado violín, salía a medianoche de su cama casi corriendo en busca de aquella triste música, con un sentimiento extraño jadeando en su pecho y el corazón desbocado. Siempre terminaba sacudiendo la cabeza mientras sonreía con ironía a la nada, porque lo sabía, viviría más noches oscuras o claras, pero nunca más una noche de penumbras y melodía.

♪♪♪♪♪

♡Falta el segundo epílogo, si comentan y le dan mucho amor a este lo subo más rápido♡

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Se despide,

Eliezer Villarroel.

Noches de Penumbra y Melodía [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora