27 ♪

2.5K 363 245
                                    

Miss Wrinfill.

—Déjame ir.

Fueron dos palabras con un peso y un significado que sólo quien ama o amo comprendería.

¿Cómo dejar ir a la persona que amas? ¿Cómo pretender que se quede cuando sabes que a tu lado está destruyéndose?

Owen Brown le había amado desde la primera vez que le había visto, porque en su mirada sombría y desinteresada se miró a sí mismo, descubrió un corazón roto como el suyo y un alma ensangrentada en busca de consuelo. Encontró una galaxia llena de grietas, una estrella opaca que esperaba ansioso su momento de brillar.

Entonces aún viéndose apagado quiso darle luz, deseó repararle estando roto, ayudarle a sanar mientras él se desangraba, pero en su intento no se dió cuenta que Asher le había cedido las vendas para detener su hemorragia y todas su piezas quebradas para así completar las suyas y remendar lo que hacía falta remendar para que brillara con toda intensidad.

El choque de sus miradas y el tierno encuentro de sus manos bajo el atardecer en un prado lleno de vivaces margaritas fué suficiente para crear un corto circuito que les daría luz por un breve instante. Quizás fué lo incandescente de aquella luminosidad que algunos llaman enamoramiento los que los mantuvo cegados todo el tiempo, sin darse cuenta que agonizaban aún sintiéndose plenos.

Ambos cayeron en el error de creer que podían sanar las grietas del otro, y no es posible, nunca ha sido siquiera una posibilidad. Sólo el destruído puede repararse, quién le ama no puede más que alentarle.

Y ahora los dos sufrían los daños colaterales de sus errores. El dolor del adiós les azotaba de manera formidable.

Owen Brown no dijo nada al escucharle, sólo mordió su labio inferior con fuerza tratando de detener el llanto que ya chorreaba sobre sus calurosas mejillas, deseó congelar el tiempo y quedarse eternamente en aquella habitación junto a Asher Gale, el chico que amaba y el que pedía le dejara ir.

Intentó decir algo pero no pudo más que soltar el llanto. Avergonzado abrazó sus rodilla y hundió su cara sollozante en sus muslos, para seguir llorando sin tener que mirarle y que él le mirase.

Asher se mantuvo observándolo por un instante, acompañándole en un silencioso llanto, aquello le dolía de igual forma que a Owen, pero debía mantenerse fuerte o fingir al menos que lo era, debía hacerlo por él mismo y también por el chico que más amaba en el mundo. Secó sus lágrimas y sin perder mucho tiempo tomó las muletas que se encontraban a su lado para levantarse del regazo de la cama y dirigirse sin mucha dificultad hacía dónde su amado.

Se dejó caer a su lado con mucho cuidado, recostó su espalda sobre el marco de la puerta y aún sintiendo que aquel acto le destrozaría guió su mano hacía la de Owen y la entrelazó a la suya. La apretó con cuidado y la llevó hacía sus labios para depositar un beso sobra la suave piel del chico.

—Owen, no quiero que sufras —dijo casi al instante, acariciando suavemente su mano.

El menor levantó un poco su rostro para mirarle, sorbió por la nariz y con la mano que tenía libre hizo el intento de secar sus rostro todo empapado de lágrimas. No obtuvo mucho éxito.

Allí, concentrado en su dulce mirada y en lo enrojecidas que se encontraban sus mejillas, Asher dejó escapar una débil sonrisa, los gestos que hacía el jóven sorbiendo por la nariz le parecían muy tiernos.

—Entonces no me hagas sufrir y quédate a mi lado —balbuceó el muchacho, y al escucharse se sintió horrorizado ante sus palabras. Incluso llegó a sentirse el ser más egoísta existente en el mundo, y no podía evitarlo—.  Yo te necesito aquí, quiero que estés conmigo ¿Por qué no puedes entenderlo?

Noches de Penumbra y Melodía [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora