Noches de Penumbra y Melodía [BL]

18 ♪

Vestido floreado.

Aquel prado lleno de flores silvestre, suaves olores, duros recuerdos y coloridas mariposas fué testigo de como se desataba ese amor que ambos joven se habían propuesto a mantener cautivo.

Owen por miedo y Asher por resiliencia. Ahora los dos soñando en ser libres algún día se arriesgaban a vivir su romance en la clandestinidad. Conociéndose como nunca, encontrándose entre las sombras y sonriendo en la penumbra. Amándose. Y todo aquello que sentían floreció como la rosa más hermosa que regaló la primavera ese año, llena de magistrales pétalos y letales espinas.

Ese amanecer de septiembre de 1989 regaló el nacimiento del sol más espléndido que ambos chicos habían presenciado, o quizás fué solo cuestión de percepción, los dos anhelaban encontrarse esa mañana. Hacía ya un par de días que Asher no había podido asistir a sus encuentros en el prado y Owen le extrañaba. Aunque habían deseado que el tiempo pasase rápido, no llegaron a imaginar que cuando así fuera llegarían a distanciarse.

Asher Gale había cumplido la mayoría de edad hacía ya un par de meses y como era debido fué transferido al cuartel general, ya no era más un estudiante del colegio, ahora era un militar más. Éso dificultaba sus encuentros con Owen, apenas podía ir a visitarlo un par de días a la semana, y esa mañana no era uno de ellos; pero no podía fallarle, no iba a dejarle sólo en una ocasión tan especial.

No el día que había esperado por tanto tiempo.

No en su décimo sexto cumpleaños.

—Todavía no puedo creer que te guste contar historias, te hace ver muy tierno ¿Sabes? —Owen sonrió, observando el cielo naciente de la mañana, con escasas nubes y un azul que predominaba en la extensión. Asher se encontraba a su lado, ambos recostado sobre el verde pasto, entrelazando una de sus manos como acostumbraban—. ¿Será que el rudo militar Gale podría contarme hoy una de sus magníficas historias?

Asher le escuchaba atento, acariciando con la yema de sus dedos el contorno de su suave mano, apreciando cada detalle con sumo cuidado, como si tocara una obra de arte. La más bella y delicada de todas.

—¿Acaso no sabe usted que por uno de sus besos le contaría hasta las estrellas, Brown? —sonrió el mayor, dedicándole una mirada galante a su amado.

Owen le miró sonrojado, por un segundo siendo cautivo de su atractiva mirada y los hermosos lunares en su rostro, apreciando aquel bigote mal rasurado y sus pobladas cejas, lo mucho que habían madurado sus facciones y lo feliz que le hacía estar allí con él. Apenas se inclinó para besarle ya que Asher lo había acorralado y le había sujetado ambas manos contra el suelo montándose sobre su cintura.

Y aunque besar sus labios una vez fué una pesadilla, un caos y una tempestad, ahora simplemente era la dulce realidad.

—Oye, era un beso no el almuerzo, Asher —Sonrió Owen, apartándose de sus labios con la respiración agitada. Fingiendo resistencia esquivó los labios de Asher que ansiosamente le buscaban y mirándole con picardía prosiguió para retarle:—. Si me gusta el cuento entonces quizás continuemos ¿Qué le parece, Gale?

Lo conocía bien, no había hecho más que descifrar su mirada cada día y pensar en él cada noche. Asher Gale era la galaxia que había imaginado, asombroso, encantador, lo más cercano a la magia, un ser lleno de defectos, miedos y fortaleza. Un hombre de retos.

—Perfecto —zanjó una sonrisa, dejándole libre y acostándose a su lado para dar inicio a su historia, no sin antes tomar su mano—. Había una vez en la Inglaterra de hace mil años...

Owen permaneció atento, escuchando con embeleso cada palabra que Asher murmuraba con tanta pasión, observando la lejanía mientras imaginaba aquel feroz dragón que se había enamorado del curioso príncipe, una guerra inevitable y un puro amor que debía mantenerse oculto. Y una vez más él le cautivaba con sus maravillas historias, pero ésa dió un giro inesperado antes de terminar. No hubo el final feliz al que estaba acostumbrado, aquella última frase que había salido de sus labios había dejado todo incierto.