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Pasó una semana desde que conocí a Dany, siete días en los que siempre me esperaba fuera de mi trabajo e invitaba a dar un paseo.

Sólo acepte dos de esas invitaciones, ya que Soobin se dormía y lo llevaba directo a casa a descansar.

La vez que pudimos aceptar su invitación, Dany nos llevó a recorrer la ciudad y me contó algunos detalles sobre él.

La segunda vez nos invitó a ir por helado, a pesar de estar casi nevando y, conmovido por su nerviosismo, acepté.

Es un chico muy bueno, amable, muy hablador y atento, pero no puedo evitar sentirme incómodo junto a él. Esa fue otra de las razones por la cual rechazaba sus invitaciones.

–Papi.

Soobin me llama y bajo la mirada para verlo.

Estamos en el trabajo, falta poco para que mi turno termine y realmente no quiero salir y encontrar al beta.

–¿Qué sucede, bebé?– acaricio su mejilla y sus ojitos brillan, levanta sus manos mostrando lo que trae en ellas.–está bien, puedes comerlos, pero no todos.

Sonríe feliz y se sienta en mi silla. Siempre compra algún dulce antes de irnos.

Soobin puede llegar a ser muy glotón y le encantan las cosas dulces.

–Jimin, creo que hoy también tendrás compañía– dice Carl señalando hacía afuera.

Suspiro cansado, no es que me desagrade su presencia. Sólo no me siento cómodo a su lado y Soobin también se pone inquieto cuando se acerca mucho a mi.

–Carl, ¿podrías hacerme un favor?– le pregunto juntando mis manos y sonriendo inocentemente.

Me mira levantando una ceja y asiente con una sonrisa de derrota.

–Podrías decirle que me quedare a cumplir horario y si te pregunta a que hora salgo le dices que no sabes– digo apresurado.

Soy horrible, no debería ser así.

–¿Y por qué no le dices tú?.

–No me creerá. Por favor, por favor– pido mirando inquieto la puerta, Dany está por entrar.

–Está bien, pero tendrás que decirle que no quieres nada con él en algún momento– dice serio caminando hacía la salida y deteniendo al beta.

Suelto el aire que tenía retenido y miro como el beta se sube a su auto con rostro serio.

Pobre Dany, no tendría que haberlo tratado así.

Intente decírselo, pero cada vez me interrumpía cambiando de tema.

–Listo, ahora vete antes de que vuelva– Carl me empuja fuera de mi puesto y sacude el cabello de Soobin.

(...)

–vamos, Soo, es hora de dormir– lo cargo ya medio dormido y vamos hacia la habitación.

Le coloco su pijama y lo acuesto entre las mantas del nido. Voy hacia el baño y a los minutos regreso para acostarme a su lado y atraer su cuerpo hacía mi pecho quedándome dormido al instante.

A mitad de la noche despierto en un sobresalto y Soobin comienza a llorar. Me siento y lo posiciono entre mis piernas apoyando su cabeza contra mi pecho.

–Mi pequeño bebé, aquí estoy. No llores– me muevo suavemente hacia atrás y adelante.

Meciéndolo con suavidad.

DESTINO (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora