"Te querrán ver bien, pero no mejor que ellos".21.
Eché un ojo una vez más a la cama del pelinegro, el cuál, yacía completamente desnudo boca abajo, dándome una perfecta vista de su trasero.
Las imágenes del marqués tomándome de una manera tan salvaje y posesiva me llegaron a la mente al verlo como Dios lo trajo al mundo. No era virgen, tuve algunas relaciones antes, pero en ninguna de ellas había quedado tan satisfecha en el acto sexual hasta ahora. Quien diría que un hombre del siglo XVIII sería tan experto en el arte amatorio.
Con delicadeza abrí la puerta para luego salir, eché un último vistazo al interior de la alcoba asegurándome que seguía dormido y en efecto, seguía en la misma posición.
―Has madrugado.
Me tensé al escuchar la voz de Topacio a mis espaldas. Di la vuelta lentamente y la ubiqué a unos dos pasos de mí con un cubo y algunos utensilios de limpieza.
―Si, la señora Blaid me dejó a cargo de las habitaciones del Marqués y la duquesa.
Tenía cierta verdad, había sido real lo que Heather me encomendó, justo cuando llegué al comedor la señora me esperaba con su mirada crítica. A raja tabla tuve que captar las ordenes de la ama de llaves; decidí por limpiar la habitación de la antigua duquesa la cual se encontraba junto a la de su hijo, aunque no entendía el por qué continuaba usándola. Estaba claro que una vez enviudó debía retomar otra, ya que esas habitaciones tienen una puerta en su interior que las conecta para que el esposo entre al lecho de la esposa. por ende, debía permanecer vacía hasta que el duque encuentre una esposa.
No hubo casi nada que limpiar, solo había un poco de polvo, a saber, desde cuando la habitación no estaba siendo ocupada. Pasé luego a limpiar la del pelinegro y por accidente derramé la fragancia en la alfombra y traté de secarlo hasta que él llegó y todo pasó.
―Lo había olvidado ―Me mira de pies a cabeza ―Creo que deberías arreglarte un poco más, hay que darle la bienvenida bien presentadas.
Asentí.
―Si, necesito asearme un poco.
No la dejo responderme y salgo con sigilo de la vista de topacio, cuyos ojos permanecían fijos en mí y, por alguna razón, su mirada no me transmitía nada bueno.
***
― ¿Y bien?
Miró a su amigo, el cuál, se mantenía recostado en un sillón en una posición relajada, cosa muy diferente a él, que se mantenía con la espalda recta totalmente fuera de sí.
Había despertado solo en la habitación y de alguna forma aquello le molestó. Quería ser él mismo quien la echara a patadas y le dijera que no se hiciera falsas ilusiones, pero, por otra parte, agradecía que ella no estuviera a la hora de despertarse, porque estaba seguro que la hubiera tomado nuevamente y hacerla suya de la misma manera salvaje con la que la tomó la noche anterior.
―Tengo una muy buena información. ―Dijo mientras le pasaba una carta ―Esa carta es de la señora Emali, te sorprenderá lo que contiene.
Alec miró atentamente las facciones de James, que, a medida que leía el contenido mostraba su asombro sin ningún tipo de filtro.
―Amigo, te has lucido esta vez.
El duque se puso de pie mientras sostenía la carta con la mejor delicadeza posible, aquel papel sería su pase seguro a tener a la mujer como su amante. La carta estaba escrita por la señora ya mayor, con una letra un poco infantil, pero entendible.
Aquello se debía a que su padre en su tiempo de juventud, se había interesado intensamente en enseñar a su criados a escribir y leer, un proyecto que lastimosamente fracasó ya que muchos preferían trabajar y no perder el tiempo en letras. Pero, la señora Emali Miller supo aprovechar la oportunidad que le brindó el difunto duque.
―Tengo la batalla ganada.
Alec carraspeó llamando su atención.
― ¿No crees prudente aumentar más la seguridad de la casa de contrataciones?, digo ―Se recuesta ―Esa mujer entró con una identidad falsa bajo las narices de todos, podría pasar de nuevo y dejemos entrar a cualquier otra persona, peor aún, a un enemigo.
James pareció pensárselo.
―Lo arreglaré, pero esperaré a que la tenga ya en mi cama, estoy loco por tenerla a mi Merced. La señora Blaid no puede enterarse que aquella criada no es la verdadera Janne Miller. Me dirás loco, pero no dejo de pensar en lo que esconde trás el corsé.
Le entendía, las había visto al completo y decir que eran solo hermosas sería tener demasiada modestia.
Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos.
― ¿Está todo en orden? ―Preguntó James al notarlo perturbado ―Has estado toda la mañana actuando un poco raro.
―Solo estoy agotado por el viaje, sabes que adelanté un poco todo y llegué muy tarde de la noche ―Mintió.
James era su amigo desde que era un niño, incluso habían estudiado juntos en Eton. Conocía la lista extensa de conquistas del duque al pie de la letra, desde la primera hasta la última. James Pembroke era un hombre que no reparaba en nada y le importaba poco mostrar lo mucho que le encantaban las mujeres. Nunca tuvo problema con alguna, las mujeres en las que se fijaba su amigo, para el marqués, eran insignificantes.
Todas a excepción de la impostora.
―Será cierto lo que ven mis ojos ―Regresó a la realidad al notar como su amigo se acercaba a él ― ¿Esto que traes aquí es un rasguño?
Sin responder, rápidamente se acomodó el traje ocultando lo que su amigo acaba de descubrir. Al despertar esa mañana frente a su espejo notó que tenía varios rasguños causado por la ajetreada noche. trató de ocultarlo lo más que pudo, pero algunos estaban cerca de su cuello lo que hacía dificultarle esconder las marcas.
―Te dije muchas veces que Rose tenía nuevas mujeres exquisitas, al fin me hiciste caso y las degustaste.
―En realidad...
―Excelencia ―La puerta se abre estruendosamente dejando ver la esbelta figura de la intrusa. Alec tragó secó, sus ojos viajaron directo al escote de la muchacha, los mismos senos que hasta hace unas horas había saboreado con su boca. la mujer se mantenía aun con el cabello revuelto gracias a él. ―Necesito hablar con usted ―Suplica con los ojos fijos en James, el cual se mantenía con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Desde cuando la impostora tenía confianza con su amigo?, ¿Habrá pasado algo entre ellos mientras estuvo en ese pueblo?, no. No podría ser, ya se hubiera enterado. Entonces, ¿De qué se perdió?
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La Viajera
Historical FictionLa vida monótona de Janne Jhonson dará un giro inesperado luego de encontrar una misteriosa joya que llegó a su tienda por error. Sin predecirlo, viajará al año 1799 dónde deberá aprender a ser astuta para sobrevivir como una simple criada bajo el d...