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Mi mente no paró de torturarme con miles de incógnitas que mi cabeza se empeñaba en crear. En las 5 horas que tenía ya en la carreta no pude evitar pensar en las palabras de Mari. Estaba en Londres a pocos metros del castillo Pembroke, el cual, se dejaba apreciar aun en la distancia.
¿Cómo era posible? Bien, viajé en el tiempo, algo que creía totalmente imposible hasta el día hoy, pero ¿De América a Inglaterra?
Era aún más loco.
―Ya hemos llegado ―La voz de una de las chicas me sacó de mis pensamientos. En efecto, habíamos llegado.
Todas las demás chicas, incluyendo a Mari, empezaron a bajar de la carreta a toda prisa, mientras que yo, me levanté como mis huesos me dejaron. Pasé cinco horas sentada sin descanso y saltando en mi lugar cada vez que la carreta pasaba por los baches en el camino.
Observé maravillada la construcción frente a mí. Era un castillo Enorme y aún la palabra le quedaba corta ante semejante monstruosidad de castillo. Su color era de un blanco hielo que, con la luz del sol en todo su esplendor, le daba un toque más brillante.
―Ya bájese muchacha ―Dijo Archivald con cansancio. Estaba sentada en la carreta con mis pies a pocos centímetros del lodo. Un poco apenada, obedecí su petición. Bajé lentamente hasta que mis pies se sumergieron en la tierra mojada, al hacerlo, Archivald azotó un poco los caballos para volver a la marcha nuevamente.
Miré a mi alrededor con una mueca de desagrado. A diferencia del hermoso castillo que se encontraba a unos metros, esta parte daba pena. Había mucho lodo en todas partes, tanto, que el zapato no se llegaba a ver. También algunos que otros animales tales como gallinas, cerdos, se paseaban por toda el área.
Luego de escudriñar todo el lugar, me percaté que las chicas habían desaparecido, incluyendo a Mari. Empecé a caminar sin rumbo especifico teniendo cuidado de no pisar las gallinas que se encontraban en medio, y también evitaba chocar con los hombres que allí transitaban.
Continúe caminando hasta que poco a poco, el suelo totalmente enlodado ya había desaparecido, cambiando a ser un suelo de piedra bien pulido y limpio. ¿Dónde estarán las demás? ―Me pregunté mentalmente.
Mientras pasaba por lo que parecía ser un jardín, encontré una puerta de madera, la cual, era muy estrecha y supuse que aquella era la entrada a la cocina. Sin pensarlo, subí los cuatro escalones que me separaban de la puerta e intenté abrirla, pero para mí mala suerte, esta estaba cerrada,
―Genial ―Resoplé frutada mientras me recostaba de la puerta mirando hacia el jardín.
Cerré los ojos cansada. Quería volver a la comodidad de mi tienda junto a mi amiga, deseaba incluso ver al mentiroso de Dexter, todo por no estar aquí. Sola, perdida, Cohibida por no saber cómo volver a mi tiempo. ¿Regresaría? ¿O...
―No ―Dije en voz alta a sabiendas de que nadie me escuchaba. Me negaba a pensar cosas negativas, así como llegué, así me tendría que ir.
Permanecí unos momentos más allí dispuesta a continuar buscando a Mari o quien sea que me pueda orientar, pero la puerta detrás de mí, fue abruptamente abierta llevándome consigo hasta caer; Hice una mueca de dolor al recibir un golpe leve en mi cabeza contra el suelo y, Desde allí, pude darme cuenta del o de los causantes de mi caída.
Lo que creí era una puerta con destino al área de la cocina, era en realidad la entrada a un amplio cuarto lujoso privado. Allí había dos sujetos extremadamente guapos; el primero tenía unos ojos azules como el cielo y cabello castaño peinado hacia atrás. Estaba a unos centímetros de mi cabeza, mientras que el otro, tenía el pelo oscuro como la noche con unos ojos igual de oscuros y se mantenía apartado observándome con una expresión neutra y su mirada era helada. Tragué seco.
―L-lo siento, Y-yo...―Intenté excusarme.
― ¿Quién eres muchacha? ―Preguntó el castaño.
―Soy Janne Miller ―Respondí tratando de que sonara lo más real y natural posible.
El castaño asintió lentamente mientras me escudriñaba y miraba más allá que mi rostro. Enrojecí.
― ¿No debería estar usted trabajando? ―Dice mientras señala mi atuendo.
―S-sí, pero...―Respiré profundo ―. Es mi primera vez en el castillo y he perdido al grupo. Se que no debería estar aquí ―Empecé a excusarme. ―, pero es algo que no volverá a ocurrir y agradecería que mi desliz no llegue a los oídos del señor del castillo ―Concluí.
El castaño empezó a reír a carcajadas mientras tomaba una copa con algún liquido desconocido para mí y se lo llevaba a sus labios. Fruncí el ceño molesta ― ¿Se burlaba de mí? ― Iba a preguntar, pero la voz de Mari a mis espaldas me interrumpió.
―Le pido unas disculpas excelencia ―Hace una reverencia con la cabeza gacha, ¿Dijo excelencia? ―. Como ya escuchó, es nueva en el castillo y ya aprenderá como se hacen las cosas aquí ―Finaliza.
Miro un poco nerviosa el hombre frente a mí, el cual, cambió de una expresión de intriga a una burlona y socarrona. Me removí inquieta ante su atenta mirada y sonrisa ladeada.
―Espero que algo como esto no se vuelva a repetir señorita Miller ―Se dirige a mí y luego a Mari ―. Deseo la presencia de la señora Blaid en mi despacho lo más pronto posible.
―Enseguida excelencia ―Mari hace una reverencia y yo repito la misma acción, aunque algo torpe, marchándonos a toda prisa.
―Ya me debes dos favores chica problemática ―Dice burlona cuando nos alejamos del jardín. Mientras que yo, permanecía nerviosa luego de aquel incómodo encuentro ―, Primero buscaremos a la señora Blaid. Luego te orientaré, debes saber las reglas de este lugar si no quieres que te echen a patadas. Pensé que estabas jugando cuando preguntaste sobre la ubicación del castillo ―Se detiene a mirarme ―, pero ahora me doy cuenta que no. Esperemos que Lord james, "el amo y señor de la casa" ―Enfatiza —no te delate con Blaid.
Oh no.

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La Viajera
Historical FictionLa vida monótona de Janne Jhonson dará un giro inesperado luego de encontrar una misteriosa joya que llegó a su tienda por error. Sin predecirlo, viajará al año 1799 dónde deberá aprender a ser astuta para sobrevivir como una simple criada bajo el d...