SIETE DÍAS ANTES: DÍA 5

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El día transcurrió sin mucha novedad, de hecho, fue un poco aburrido, monótono, rutinario, me sentía un poco desorientada y ensimismada en mis pensamientos, tanto así que más de uno me tenía que sacar de ellos en varias ocasiones durante mi jornada laboral, incluso las ideas no fluían mucho. 

-¿Te encuentras bien? -me preguntó Emily, mirándome curiosa- has estado muy pensativa el día de hoy, casi ni has tocado el computador cuando tú te la pasas metida de cabeza diseñando e ideando cosas para el proyecto… no es normal en ti. 

-Estoy bien, solo… No estoy muy inspirada -jugueteaba con mi lápiz, con cara de aburrimiento. 

-No creo que sea solo eso. Algo te pasa, te inquieta. 

     Solté un suspiro y me recosté en mi silla mirando el techo. Ya casi iba a cumplir un año de casada y no podía creer lo rápido que había pasado y cómo había cambiado mi vida desde entonces. Después de unos años podríamos pensar en los bebés, ya que nos hemos ido estabilizando poco a poco. 

     Al terminar mi jornada laboral, me dirigí al café donde me encontraba siempre con Natalia, la esperaría allí para conversar un rato y luego nos iríamos juntas a la iglesia, llegando a la hora que comienza el servicio. 

     Al llegar decidí pedir un café mientras la esperaba, me dijo Naty que llegaría un poco atrasada porque consiguió algo de tráfico pero estaba cerca. Mientras veía mi teléfono, sumergida en cada recuerdo de cuando éramos novios Jonathan y yo, no pude evitar sonreír. 

-¿Por qué estás sola? Una dama como tú no debería estar sin compañía. 

     Esa voz la conocía, no hubo necesidad de darme la vuelta para saber quién era: Aaron. 

-No es de tu incumbencia que ande sola o acompañada, es asunto mío. 

-Oye, no hay necesidad de enojarse. Solo era un comentario -se sentó con una gran sonrisa- ¿esperas a tu esposo? 

-No estoy enojada y, como dije, no es de tu incumbencia -miré la ventana con cara de aburrimiento y desinterés. 

-¿Siempre eres así de antipática? 

-Antes de llegar a Cristo, era peor. 

-Entonces, Dios sigue tratando contigo. 

     Lo miré con cara de pocos amigos, volví mi mirada a la ventana esperando que se fuera, pero no movió ni un músculo. Su mirada estaba anclada en mi rostro, como si estuviera observando cada detalle de él. 

-De haber sabido que Natalia tenía una amiga como tú, habría venido mucho antes. Es una lástima que no estés disponible. 

-No soy un aparato de videojuego descompuesto, así que no uses esa palabra conmigo -ya me estaba pareciendo de mal gusto. 

-Disculpa si te ofendí, no era mi intención. ¿Irás al servicio de hoy? 

-Eso es obvio… ¿andas hostigando a mi amiga? -Naty estaba disgustada, llegó con cara de enfado y soltando su mochila de golpe en la mesa, eso me sobresaltó- te dije que la olvidaras, hay muchas chicas y aun más bonitas. Ella es casada, ya tiene dueño. 

-Eso es cierto… aunque no era necesario lo de “más bonitas” -sonreí, a manera de chiste. 

-Está bien, no se molesten. Solo estaba por aquí de paso, compro un café y me voy. 

     Se levantó con desgana y se fue a comprar su café, sin antes mirarnos de soslayo. 

-Vaya que hombre tan impertinente y fastidioso -resopló- disculpa mi demora, hubiera llegado antes y no tendrías que haberlo aguantado tanto. 

-No te preocupes, no fue mucho el rato que estuvo ¿y hay algo que no sepa? 

-¿Por qué lo dices? -preguntó extrañada mientras tomaba asiento.

-Dijiste: "te dije que la olvidarás"... ¿Acaso te hizo algún comentario? 

-¡Ah eso! -llevó su mano a la frente en señal de que lo había olvidado- es que me hizo un interrogatorio profundo y me dijo que estaba interesado en ti. Le dije que lo olvidara porque eres una mujer casada. 

-¡Que "hermanito"! Tenías que haberle dicho que debía guardar su testimonio también, definitivamente -negué con mi cabeza soltando un resoplido un tanto "cínico"- cambiando de tema, ¿cómo te ha ido con Joseph? 

-No lo sé -hundió sus hombros- creo que está algo interesado, lo invité a recorrer la ciudad el próximo fin de semana y aceptó encantado. 

-¡Bien por ti, Naty! Avanzan rápido -reí por lo bajo. 

-Espero que así como vamos, pase algo. 

     Conversamos por media hora al menos, luego de eso fuimos a la iglesia. Hoy tenemos culto especial y lo tendrán los niños: me encantaban esos servicios porque cantábamos canciones para niños, jugábamos y pasábamos un rato agradable y fuera de la rutina, siempre exaltando a nuestro Dios, incluso las enseñanzas eran geniales. Los líderes hacían un trabajo estupendo. 

     Mi esposo llegó algo tarde porque salió un poco retrasado de la consulta de hoy, y a la hora que salía el tráfico era peor. Finalizó el servicio, los niños corrían de un lado a otro felices, comiendo dulces que le dieron en bolsas muy caricaturescas de los animales representados en el arca de Noé. Qué hermoso ser niño, la inocencia y la facilidad de hacer amigos sin resentimientos ni preferencias, solo compartir y quererse sin condiciones. Me llenaba de gozo y alegría, y así nos fuimos: en paz y llenos de gozo. 

     Mañana será viernes y tendríamos un lindo fin de semana de descanso y celebraciones. 

-¿Y ese rostro tan feliz… será que alguien quiere tener bebé? -Jon me rodeó con un fuerte brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él, con una sonrisa de complicidad en su cara, además. 

-Por la forma en cómo lo dices parece ser otro el que quiere uno -le miré de la misma forma. Él rió. 

-Creo que eso lo hemos hablado hace un buen rato. Yo lo preguntaba porque vi cómo mirabas a los niños, con una mirada de anhelo, como si desearas uno. 

-Me gustan los niños y claro que anhelo uno, pero no ahora. Quiero disfrutar mi matrimonio y luego podríamos planear la llegada de nuestro retoñito. 

-Todo en el tiempo de Dios, no tenemos apuro, aún somos jóvenes. 

-Así es. Es bueno saber que lo tenemos claro y estamos en la misma sintonía, amor. 

     Cuando llegamos a casa, arreglamos todas nuestras cosas y nos acostamos a ver una película, todavía era temprano y nos sobraba tiempo antes de dormir. Jonathan me recordó que mañana regresaría del trabajo temprano para dormir algo, ya que el viernes tendría que irse en la noche a hacer guardia, le haría un favor a un compañero que no podía hacerlo ese día. Me miró y acarició mi rostro, sabía lo que yo estaba pensando: llegaría muy tarde y no celebraríamos nada. Él me reconfortó y aclaró que no sería el caso, pues la guardia no llegaría a las 24 horas completas, estaría de regreso a casa más tardar 7 de la noche. 

     Por un lado estaba bien porque me daría tiempo suficiente para hacer todos los preparativos con calma antes de su llegada, decoraría la casa y la habitación, todo romántico.

El Diario de Alicia MelgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora