SIETE DÍAS ANTES: DÍA 7

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Y llegó el tan esperado día: ¡Nuestro aniversario! Me levanté con un grandioso ánimo, hice alegremente mi desayuno, y entre cántico y cántico, me dispuse todo el día a hacer aseo por toda la casa, arreglé y embellecí cada rincón, incluso cambié de lugar algunos muebles, lavé fundas y lencería para el hogar, y aproveché de lavar toda la ropa también. Nuestra casa no era muy grande, vivíamos arrendados, pero era muy acogedora, eso nos gustó cuando la escogimos. 

     Al llegar la tarde, me dispuse a decorar toda la casa e incluso nuestra habitación, puse una vela en el tocador, ese sería nuestra lámpara esa noche, pétalos en la cama a la cual también cambié la lencería, y a modo de recuerdo, saqué el babydoll que usé para nuestra luna de miel… siempre es lindo recordar. 

     En la sala puse algunos globos, no mucho para que no se viera cargado con tanta decoración la casa, solo lo justo y lo necesario. Coloqué un par de velas en la mesa para nuestra cena, haría algo muy especial: lasagna, a él le encantaba, era su comida favorita.

     Luego de arreglar me dispuse en la cocina como toda una chef, tomé todo el tiempo necesario para que quedara rico y justo a tiempo de que llegara Jonathan. Se suponía que debía estar en casa a las siete más tardar, por esa razón al acercarse la hora me dispuse a arreglarme y quedar lista puntual. 

      Me senté en el sofá a esperarlo, no paraba de mirar mi celular… se me hacía raro que aún no llegara. No sé por qué pero tenía un mal presentimiento y empecé a asustarme de repente. 

     Ocho de la noche y aún no llamaba… ¿se le habrá presentado alguna emergencia de última hora en la clínica? Decidí llamarlo, pero nadie atendía, el celular me mandaba al buzón de voz. Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro sin soltar mi teléfono. 

     A los minutos, mi celular suena, no era un número que estuviera registrado. 

-¿Hola? 

-Buenas noches, ¿es la esposa del señor Jonathan García? 

-¿Quién llama? -era sospechoso, en estos días hay que tener mucho cuidado al responder llamados. 

-Le habla el comisario Carlos Cárdenas, estamos llamándola del hospital para notificarle que su esposo se encuentra en estado de gravedad debido a un accidente automovilístico, junto a él hay otra persona en riesgo vital… el conductor del vehículo ya falleció y fue notificado a sus familiares. 

     Aquello no podía ser verdad… ¿riesgo vital? ¿Mi esposo? ¿Cómo pudo pasar eso? Debía ser alguna clase de broma de muy mal gusto, o algún oportunista queriendo sacar dinero… Sencillamente, no lo puedo creer. 

-¿Señora, se encuentra allí? 

-Voy para allá. 

     El oficial me indicó el nombre del hospital y me dirigí allá sin pensarlo, así como sin pensar bien fue el hecho de llamar a mi suegra y a mi mamá para darles la noticia… No podría describir la angustia de mi suegra, estaba devastada. Y sinceramente, tampoco podía describir la mía: tenía la fe y la esperanza que Jon saliera de esta situación y luego nos sentaríamos en el sofá y nos reiríamos de todo aquello como siempre lo hacíamos ante situaciones difíciles. Sin embargo, no sabía bien cómo reaccionar, mis lágrimas salían, lágrimas de preocupación y angustia pero igual era algo que refrenaba con todo mi ser: aun no está muerto, no hay razón para llorar. 

     Al llegar al hospital vi en la entrada una patrulla de policía: aquella llamada no era broma ni coacción, era real. Entré en pánico, con miedo de abrir la puerta sin saber a qué me enfrentaría o con qué me encontraría. Vi a dos policías hablando con varias personas, me acerqué a uno de ellos preguntando por Jon. 

-Señora García, su esposo iba en un automóvil junto a dos personas. El chofer recibió todo el impacto del accidente y murió instantáneamente. Su esposo iba de copiloto por lo que recibió un gran impacto encontrándose en estos momentos en riesgo vital, al igual que el pasajero que iba en la parte de atrás. 

-¿Por qué? ¿Por qué pasa esto si se supone él estaba trabajando en la clínica? ¡Él debía venir camino a casa en el transporte del trabajo! -estaba alterada y fuera de mí, no tenía sentido que Jon estuviera en el carro de alguien más. 

-Lo siento, señora. Sólo me queda decirle que sí estamos muy seguros, según indicaciones de los médicos, que ninguno se encontraba bajo el efecto del alcohol. Disculpe, ¿en qué trabaja su esposo? 

-Es médico, estaba de guardia hoy. 

-Mi esposo igual estaba de guardia -contestó una señora que estaba cerca, los ojos hinchados de tanto llorar. Me miró- soy la esposa de David, el conductor que falleció -aquella mujer no pudo evitar que salieran más lágrimas de sus ojos. 

-Mi hijo también lo estaba -una señora habló detrás de mí- no hay duda… ninguno había dormido. 

-Eso quiere decir -miré al policía- ¿es posible que se hayan quedado dormidos los tres mientras conducían y por eso ocurrió el accidente? 

-Considerando los hechos y que el auto volcó por la velocidad que llevaba… pudo ser un factor que indujera el volcamiento, sin embargo, la vía era mala por lo que eso también perjudicó. Debemos investigar más al respecto. 

     Todos los ocupantes del auto se quedaron dormidos, por esa razón nunca me gustaba que él manejara el auto cuando le tocaba guardia, justo por esa estúpida razón… y justo él tomó la decisión de irse con alguien más en esa condición. No podía ser verdad aquello. 

     Los oficiales nos dieron las noticias pertinentes y recabaron información para luego retirarse, debíamos esperar como el resto de los familiares que se encontraban en la sala de urgencia, hasta que algún médico saliera. Sólo me indicaron que en ese momento se encontraban haciendo todo lo posible para mantenerlo con vida, pero su estado era bastante grave. 

     No pasó mucho rato después cuando llegaron mi mamá y mi suegra, sus grandes y brillantes ojos se achicaron de tanto llorar, corrió hacia mí desplomándose con un abrazo, dejándose caer y llorando aún más intensamente que antes. 

-¡Dime que mi hijo aún vive! 

-Julia… 

-¡No se puede ir! ¡Es muy joven y le queda un gran futuro por delante!... Y-y mis nietos… Van a venir mis nietos, Alicia… ¡mis nietos! 

     Verla en ese estado, se me partía el alma y el corazón en mil pedazos, trataba de ser la fuerte, de no llorar para no empeorar la situación, sin embargo era un trabajo muy difícil de lograr. 

     Pasaron horas, y en ese tiempo le expliqué todo lo que sabía a mi mamá y a mi suegra, perdí la noción del tiempo, parecía una eternidad la espera, lo único bueno que conseguí fue que mi suegra se calmara un poco. No nos quedaba más que hacer sino orar a nuestro Dios para que obrara un milagro. 

-¿Familiares de Jonathan García? -un doctor salió buscando a alguien que respondiera al nombre de su paciente… Mi esposo. 

-Nosotros, soy su esposa y ella la madre ¿Cómo está él? ¿Está fuera de peligro?

      La cara del doctor no me gustó, no me gustó para nada y creo que con eso lo dijo todo, no había necesidad de que hablara nada. Me desplomé, como si me hubiera desmayado, no supe de mí ni lo que pasaba a mi alrededor, no existía nada más que ese sentimiento que no esperaba experimentar a tan corta edad. Angustia, pérdida, vacío… una parte de mí me la quitaron y se la llevaron para no volver jamás. 

-Lo siento, hicimos lo que pudimos… falleció a las 11:30 pm. Lo lamento profundamente. Cuando se sientan preparadas para ir a verlo, háganselo saber a la enfermera y ella las guiará. 

     Sus palabras fueron balbuceos, como una lejana voz a la distancia, a veces se escuchaba como si yo estuviera debajo del agua o dentro de una burbuja. Todo me daba vueltas y mis lágrimas no paraban, silencio, amarillo, negro. No supe de mí, no era yo, dejé de ser yo en aquel mismo instante. 

-¡Alicia!

El Diario de Alicia MelgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora