NOCHE DE BIENVENIDA. PARTE 1

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Estuvimos un rato en el mirador, hablamos de temas varios. Honestamente, se nos fue el tiempo volando, entre comentarios, chistes, anécdotas e historias, era una persona demasiado agradable y su personalidad enigmática te atraía e invitaba a abrirte fácilmente con él. 

     Confieso que estuvimos un buen rato charlando, al bajar del mirador me invitó un helado pero la verdad prefería algo caliente así que le acepté un café y allí se nos fue el tiempo. Cada día que pasaba y lo conocía no podía explicar cómo alguien como él seguía soltero. 

-Y me imagino que aparte de tu esposo, antes de casarte tuviste una larga lista de pretendientes -me sonrió tomando un sorbo de su té helado. Yo reí ante su comentario. 

-¿Por qué deduces algo así? 

-No puedes negar que eres hermosa, por eso lo digo. 

-¿Ahora soy yo la que pregunta si estás interesado? -dije de forma juguetona llevando un poco de mi café a la boca, ya lo tenía a la mitad. 

-¿Quién no lo estaría? Hasta el patán de tu compañero de trabajo lo está. 

-Qué increíble, tan bajo he caído -lo dije en tono de broma, MinJoon no pudo evitar casi atragantarse con su té por lo que había dicho, le pareció gracioso mi comentario- hablando más en serio… no sé si podría decir que tenía una "larga lista", al menos no que yo lo supiera. Si existieron uno que otros pero la verdad ninguno me interesaba. En mi vida se me declararon tres personas de las cuales solo el tercero lo acepté en mi corazón y con quién decidí hacer mi vida, hasta que Dios decidió llevárselo. 

-Mmm, entiendo -asentía con su cabeza mientras tomaba su té- entonces… eras difícil de conquistar. 

     No pude evitar reír pues era verdad, no cualquiera podía enamorarme fácilmente. 

-Y lo sigo siendo -alcé una ceja con una ligera sonrisa- tengo un impenetrable corazón. Y he sido así por la forma en como mi mamá me crió: su experiencia con mi papá la marcó muchísimo, ella me educó de forma que no cediera tan fácilmente ante las sutilezas de los hombres. 

-Auch -llevó una mano a la zona de su corazón haciendo una mueca como si doliese, actuando- eso dolió… no todos somos iguales, pero comprendo a tu mamá y estuvo muy bien que te enseñara a cuidarte de oportunistas como Ye Jun -levantó su vaso- brindo por eso. 

-Está bien, basta hablar de mí, ¿qué hay de ti? No te creeré si me dices que nunca tuviste una fila de chicas tras de ti, ni siquiera en la iglesia, me niego a aceptarlo. 

-¿Por qué no? No todos somos tan agraciados como tú. 

     De nuevo, reí a carcajadas. Era increíble lo divertido que era este hombre para mí, admito que me encantaba su compañía y sentido del humor. 

-¿Quién dice que no eres agraciado? -le dediqué una mirada que le daba a entender que se equivocaba rotundamente. 

-No lo sé, dímelo tú -se apoyó en la mesa y llevó una mano a su barbilla, sonreía de una forma muy divertida y juguetona que nuevamente me hizo reír. 

-En serio no se puede sostener una conversación seria contigo. 

-¿Quién dice que no? Pregúntale a tu compañero de trabajo -resopló, reclinándose nuevamente en la silla y tomando lo que quedaba de su té, un poco más serio al recordarlo. En verdad le caía como una patada en el estómago. 

     Emití una risita y enseguida abrí mis ojos como platos: se me había olvidado por completo la reunión con los compañeros de la oficina. Observé el reloj y me quería morir, soy una irresponsable total: eran las ocho y treinta minutos de la noche, y habíamos quedado en encontrarnos en el restaurante a las ocho… estaba atrasada por media hora.

El Diario de Alicia MelgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora