Mi día laboral fue tranquilo, todos parecían sorprendidos de ver tan temprano a Ye Jun y además, siendo "eficiente" en su trabajo pues se lo veía bastante concentrado. He de admitir que se veía apuesto con su rostro impecablemente serio, siempre daba ínfulas de rebeldía por la forma en que se vestía y peinaba, tenía una vestimenta bastante casual que rayaba en lo rebelde: jeans azul oscuro ceñidos al cuerpo, una franela blanca sencilla y una chaqueta de cuero tipo motociclista, su cabello castaño desordenado pero con estilo pues daba a ver que se lo peinó para que diera esa impresión: "rebelde pero con estilo". Vi que apoyó su mentón en la mano en señal de estar analizando algo en su computador que le llamaba profundamente la atención.
-¡Vaya! Parece que el sermón de ayer esta vez sí hizo efecto ¿no? -Sun Hee se acercó al escritorio de Ye Jun con una media sonrisa dibujada en su rostro.
Ye Jun no le contestó, simplemente agarró una carpeta que estaba a un costado de su escritorio y se lo entregó a Sun Hee, con la vista anclada al computador.
-Ok… esta vez sí estás raro -se extrañó ella al recibir la carpeta y desdibujando la sonrisa que hasta hace un momento había tenido.
Algo le respondió a Sun Hee en coreano que no entendí nada, ella solo asintió con una cara algo desconcertada. Todos se miraban los unos a los otros y a su vez miraban a Ye Jun.
-¿Quieren una foto? -preguntó con cierta molestia al percatarse que a veces lo mirábamos. En eso se detuvo en seco y volteó a mirarme, eso me sobresaltó. Susurró algo para que sólo yo pudiera escucharlo- tú sí me puedes sacar todas las fotos que quieras.
Ya empezamos, creo que lo maté con la mirada porque me tensé ante su comentario. Aún así, decidí ignorarlo y continuar con mi trabajo, regresando mi mirada a la pantalla. Él no hizo más que esbozar una sonrisa pícara que me imagino le dedicará a cada mujer que se le planta enfrente, definitivamente era insoportable.
-No veo nada interesante a lo que deba tomarle foto -ni volteé a mirarlo, pero pude sentir esa expresión juguetona reluciendo en él.
-Auch, eso dolió -hizo una mueca con una sonrisa en su rostro, llevando una mano a su corazón. Todo para él era un juego, todo- pero puedo mostrarte las cosas interesantes a las que sí te animarías a tomarle foto.
Ya eso fue demasiado, esto podría incluso llevarlo como acoso laboral. Me levanté bruscamente de mi puesto golpeando la mesa con ambas manos (él se sobresaltó), recogí mi celular y me fui caminando lo más rápido posible para salir de allí. Me parecía insólito lo que estaba viviendo, estaba molesta, no, más que eso… ¡enojadísima!.
Me fui a la parte de atrás del edificio que tenía un parque propio de la empresa, necesitaba respirar y conociéndome me imagino que se notaba en mi cara cuan enojada estaba. Caminaba de un lado al otro y en ocasiones apoyaba mis manos en el tronco de un árbol donde me encontraba resguardada del sol. "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Efesios 4:26), eso venía a mi pensamiento y qué difícil era no dejarme cegar por la ira que recorría mis venas, me sentía impotente sin saber qué hacer. "ni deis lugar al diablo" (verso 27), no podía darle en el gusto porque eso quería el enemigo: que le pegara mil gritos y decirle de todo cuanto se me ocurriera por la mente.
Respiré profundo, traté de relajarme y evitar que esto me descolocara y me hiciera perder la razón. Gracias Señor porque pude morder mi lengua y salir huyendo… por un momento me sentí como José cuando huyó de la esposa de Potifar, se que ese pasaje bíblico se desarrolla en un contexto diferente, pero en líneas generales, huí de una tentación: la de pecar con la lengua suelta que Dios me ha hecho controlar. Hice una corta oración que ayudó a centrarme y enfocarme nuevamente.
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El Diario de Alicia Melgar
RomanceAlicia es una chica cristiana en la flor de la vida: recién casada, recién graduada, recién mudada de casa para formar un nuevo hogar con quien ella sabe es el amor de su vida, pues Dios mismo le concede ese anhelo. Su hombre para ella era el ser má...