CIERRE

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-Ye Jun… ¿pero… qué…? -las palabras no salían, se quedaban cortas. 

-No soy el tipo de persona que se queda tranquilo, querida Alice. O te perseguía en Corea, o lo hacía en Francia pero no podemos irnos sin antes conversar y aclarar todo este malentendido. 

     Extendió sus manos para que recibiera su ramo que de seguro eligió con mucho detalle solo para mí, lo conozco. 

-Perdóname, Alice. Primero, lo que escuchaste en la oficina de mi hermano… era cierto, pero no como lo piensas -le recibí el ramo y él se sentó frente a mí para rendir su explicación. Admito que todo aquello era… romántico- es verdad que al comienzo quería cambiar por ti, me gustabas mucho, más de lo que puedas imaginar y estaba dispuesto a todo con tal de conquistarte, sin embargo… empecé a ir a la iglesia, a conocer quién era Dios y cómo me ama que sólo caí rendido a sus pies. Dejé que me transformara y cambiara a ese viejo hombre sumergido en los vicios. Ahora entiendo que no hay nada más hermoso que cambiar la vida, no porque una persona me lo diga, sino porque Dios anhela que le agrademos, por amor a Él. 

-¿Por qué nunca me lo confesaste? -mi interés se extendía más allá de una simple curiosidad. Y en parte, con un tono de reproche. 

-Porque temía que pasara justamente todo esto: que me juzgaras, rechazaras y te alejaras de mí -posó su mano en la mía y la apretó sutilmente pero con fuerza, demostrando así que no quería soltarme nunca.

-Me conoces al menos un poco -sonrisa tímida se asomó entre las comisuras de mis labios. 

-Y eso me encanta -el brillo en sus ojos bailan entre sí como un hombre totalmente enamorado, y eso me derretía en contra de mi voluntad- tuve una extensa charla con mi hermano y gracias a él estoy aquí frente a ti. 

     Lo había olvidado por completo por un breve instante. Su hermano, siendo que él sentía algo por mí ¿cómo es que ahora cambió de opinión en relación a lo nuestro? 

-Cierto, tu hermano… ¿cómo lo convenciste? 

-No diría que lo convencí, sino que fui abierto y sincero con él en relación a mis sentimientos por ti. Entendió que lo nuestro era más fuerte que él mismo (aunque no lo reconoció exactamente así), se dio cuenta que nada de lo que podría hacer para separarnos iba a funcionar y tampoco le estaba resultando. 

-¿Qué quieres decir con eso? 

     De ahí, Ye Jun me confesó varias cosas que planeó Hyun Kwan en conjunto con Seoyun: las apariciones repentinas de ella en su departamento no sólo fue ocurrencia de ella sino que su hermano también estuvo detrás. Hablando puntualmente del último encuentro que nos hizo separar más, me explicó que ella se le insinuó para que intimaran y él se rehusó, forcejeó con ella para quitársela de encima por eso lo vi tan desordenado, no era que estuviese haciendo algo indebido. 

     ¿Qué puedo decir? Es obvio que le creí y lo perdoné. Todo lo que decía era sincero y el hecho de que en nombre de su hermano también me pidiera perdón era muy noble de su parte, porque me confesó que Hyun Kwan en medio de su orgulloso corazón, le pidió perdón por todo lo ocasionado y le dijo que fuera feliz y no volviera atrás. 

     A partir de ese momento, nuestras vidas cambiaron aún más. De regreso a Corea, juntos sacamos adelante la empresa familiar, en mi caso permanecí en el cargo que me había asignado Hyun Kwan como el enlace entre casa matriz y la sucursal en Francia, todos estaban contentos con mi trabajo. 

     Unos meses después Ye Jun se bautizó, dando ese paso de fe, siendo el día más emocionante y feliz de nuestras vidas terrenales. 

     Para sorpresa de muchos, MinJoon y Natalia se hicieron novios luego de que al principio no se llevaban del todo bien, pero él estaba convencido de que ella era la mujer que Dios había destinado para su vida, y cada día que pasaba lo confirmaba. 

     Mi relación con Ye Jun se fortalecía cada día más, mi mamá con el tiempo lo aceptó e incluso lo apreció muchísimo luego de conocerlo más a fondo, haciéndole entender que no todas las experiencias son iguales para todos.

     También quiero mencionar lo obvio… cuando llegó el momento en que me propuso matrimonio de la forma más sencilla y romántica posible -pues él sabía perfectamente que yo no era el tipo de persona propensa a cosas muy elaboradas- fue uno de los momentos más felices de mi vida, y digo uno porque desde luego antes de aquello, uno de los primeros momentos más hermosos fueron los que pasé junto a Jonathan, mi primer amor. 

      Tantas cosas que viví en un segundo que me parecieron una eternidad, hoy lo veo como un espejismo casi irreal. Pareciera que fue ayer el día que tenía una vida sencilla y simple pero muy feliz al lado del hombre que Dios me había bendecido en matrimonio, teníamos planes, sueños, metas y anhelos tanto en la obra de Dios como en lo personal, proyectos a futuro de ampliar nuestro hogar con nuevos integrantes, mudarnos a una casa más grande y hasta emprender un negocio. Así de lejos llegaban nuestros sueños y teníamos la fe y confianza de que los alcanzaríamos con la ayuda del Todopoderoso. 

     Pero entendí que la vida es frágil y no nos pertenece. Podemos hacer miles de planes, pero de Dios es la voluntad y siempre nos va a recordar quién es Él en nuestras vidas de una manera u otra. Santiago 4:13-17 habla sobre ello, puntualmente versos 14 y 15:

"14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.

15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello."

     Cuando tenemos un propósito el Señor siempre nos moldeará hasta el punto de estrujarnos si es posible para mostrarnos lo lejos que podemos llegar si tan solo nos dejamos caer en sus manos y seamos usados por nuestro Dios. 

     Fue doloroso la pérdida del amor de mi vida, siempre lo será, pero entendí que era necesario pasar por esa agonía para entender un poco más a mi Señor Salvador y ver que había un propósito grande detrás de todo ese sufrimiento. Ir a otra nación, conocer a un incircunciso y que éste se convirtiera a Dios siendo yo ese canal de bendición que usara para que el Espíritu Santo tocara su corazón y lo transformara ha sido una de las experiencias más especiales que mi Padre me ha permitido experimentar. 

     No me queda más que agradecer y exaltar ese Nombre que es sobre todo Nombre, a mi Jesús, mi Señor, Rey y Salvador, porque en la tempestad ahí está para alentarme a cruzar el mar por más que los vientos soplen fuertes, mi mirada, fe y confianza siempre deben estar fijas en Aquel que lo dio todo por mí ¿cómo no darle todo de mí a él?

El Diario de Alicia MelgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora