Nos fuimos caminando hasta el instituto pues quedaba muy cerca, había un pequeño silencio entre nosotros que yo decidí romper, no podía quedarme con la duda.
-¿De qué hablaron?
-Nada interesante, sólo le decía que no te molestara -dijo restándole importancia al caso.
-A mí no me pareció que hablaran sobre eso.
-¿Ahora hablas coreano? -fue una pregunta de muy mal gusto, era obvio que seguía enojado pero no era razón para desquitarse conmigo.
-No te dije que hablaras con él, así que no tienes por qué enfadarte y pagarla conmigo -me crucé de brazo con cierto enojo por la forma en como me había dado respuesta.
Agachó su cabeza y soltó un suspiro, ahora sí se relajó más. Rascó su cabeza y esbozó su mejor sonrisa.
-Tienes toda la razón, me disculpo por mi mal carácter. Ya entiendo por qué estabas asqueada ayer cuando hablamos.
-Ni lo digas… ¿me dirás, o no?
-Le dejé los puntos claros y sobre la mesa. Te debía respetar no sólo por ser compañeros de trabajo sino también porque eres hija del Dios Altísimo, no eres cualquier persona. Dios nunca pasa por alto las cosas, Alice -hizo una pequeña pausa para luego continuar- En eso, se rió y lo tomó como un chiste, obvio me molestó más su altanería porque me preguntó si yo era tu novio o algo parecido. Le dije que no, que era algo peor que tu novio, un hermano en Cristo que está pendiente de ti y no va a dejar que nadie te lastime. En resumen esa fue la conversación.
Yo sabía que había algo más que él no me quería decir pero no quise insistir, agradecí que fuera lo más honesto posible. Debo admitir que mi corazón dio un vuelco a la forma en cómo le respondió a Ye Jun, y tampoco puedo negar que me hizo recordar un poco a mi Jonathan… eso me puso triste pero traté de disimularlo lo más posible.
Fui a mi clase de coreano y estuvo muy interesante. Al salir, vi a MinJoon mirando su celular mientras me esperaba, estaba apoyado en una camioneta negra, era una Kia Stonic del año espectacular. Al verme me dedicó su mejor sonrisa y me abrió la puerta del copiloto, lo admito: quedé sorprendida.
-¿Nunca te habías subido a una camioneta? -lo dijo de forma jocosa al ver mi reacción.
-No es eso, es que no pensé que tendrías este tipo de auto.
-Ser informático tiene sus ventajas.
Ambos subimos y fuimos conversando en el camino. A decir verdad, yo pensaba que nos iríamos en bus, con eso de que su compañía "me serviría para irme acostumbrando a la ruta hasta la iglesia" estaba comenzando a pensar que fue una excusa.
-Así que ¿eres informático? -pregunté con curiosidad.
-Socio de una empresa de tecnología, en realidad. Pero sí, estudié informática -me dedicó una sonrisa y una mirada rápida mientras seguía conduciendo- empezamos como una "start up" con unos compañeros de estudio y hemos crecido con el tiempo, nos ha ido bastante bien.
-Increíble -me quedé mirándolo con cierta admiración, no lo pude ocultar. A él pareció divertirle mi expresión porque ampliaba su sonrisa juguetona.
-Pero no todo se logró con nuestro esfuerzo. Tengo que confesar que si Dios no hubiese estado en el asunto, de nada hubiese servido el esfuerzo.
Un hombre de Dios, empresario, dedicado a la obra del Señor, con dones en la alabanza… no lo sé, seguro ya estaba casado y yo no debería haber aceptado su invitación y estar en ese auto. Sacudí mi cabeza y puse mi mirada al frente ¡¿en qué rayos estoy pensando?! Ni siquiera soy esa clase de mujer, estaba delirando.
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El Diario de Alicia Melgar
RomanceAlicia es una chica cristiana en la flor de la vida: recién casada, recién graduada, recién mudada de casa para formar un nuevo hogar con quien ella sabe es el amor de su vida, pues Dios mismo le concede ese anhelo. Su hombre para ella era el ser má...