Hyun Kwan amplió su sonrisa mientras continuamos comiendo. El resto de la reunión transcurrió sin mayores novedades y, dentro de todo, muy agradable.
Una vez terminado, él se ofreció a llevarme a conocer un lugar pero me rehusé excusándome con volver a casa para dejar listo unas cosas para mañana que reanudamos el trabajo. No me insistió ni discutió, así que me dejó frente al edificio de mi departamento.
Pasé lo que restaba de día viendo qué me pondría para la cena con Ye Jun y no encontraba nada apropiado para esa noche. Debía vestir casual, no sabía a dónde me iba a llevar y él parecía estar muy misterioso respecto al tema. Al final me decidí por uno de los tantos vestidos que me ayudó a comprar Sun Hee con su buen gusto: era negro con corte de sirena, manga larga, ceñido al cuerpo pero sin ser tan estrecho, llegaba hasta las rodillas, y tenía decorado unos botones plateados que iban desde mi cuello hasta donde comenzaba el corte de sirena del vestido; era lindo, me encantaba lo sencillo y glamouroso que se veía a la vez.
Comencé a arreglarme para esa noche, aún faltaba cerca de dos horas pero mi nerviosismo me traicionó al punto de demorarme en la ducha, mientras me cambiaba, al peinarme y al vestirme. Por increíble que parezca, me tardé todo ese tiempo y nuevamente me preguntaba por qué motivo me sentía así de nerviosa con Ye Jun; era un sentimiento similar a cuando tuve mi primera cita con Jonathan, y eso me asustaba como no se imaginan.
Recibí el mensaje de Ye Jun avisando su llegada y que me esperaba afuera, impresionante lo rápido que se pasó el tiempo y gran parte de ello lo perdí tratando de elegir mi atuendo para ese día, cosas de chicas.
Estando abajo, salí del edificio y creí que me desmayaría al ver a Ye Jun vestido tan guapo (y tan "casanova" también). Definitivamente, era un hombre que cuidaba mucho su imagen y lo que más me sorprendía (ahora que lo analizaba), es que ha ido dejando poco a poco su estilo "rebelde" reemplazandolo por el que detestaba de "niño decente" y, sinceramente, era el que más me gustaba.
En la medida que me iba acercando a él era innegable su presencia y lo que día a día provocaba en mí. Él era un fruto prohibido que yo no podía probar, y cada día que pasaba me sentía tentada a, por lo menos, tocar sin que eso significara comerlo. Sí, lo sé y estoy consciente de ello, una sierva del Señor no debe tener esa clase de pensamiento y, créanme, estoy haciendo un gran esfuerzo para negarlo y sacarlo de mi cabeza, pidiéndole al Espíritu Santo que refrene todo deseo y manifestara de forma ferviente el dominio propio.
Ye Jun esbozó su más cautivante y arrolladora sonrisa para mí, sí, sólo para mí y nuevamente sentí derretirme. Mi mente a veces dejaba volar demasiado la imaginación (más de lo que me gustaría) y sólo pensar estar con él entre sus brazos hacía palpitar mi corazón a mil por hora.
-Sin palabras -sabía que fue lo primero "decente" que pensó y que sus labios pudieron pronunciar- ¡Estás bellísima!
-No te quedas atrás -traté de ser como él y no decir lo primero incoherente que se cruzase por mi cabeza, debo ser cautelosa e inteligente.
-Lo sé -su típica sonrisa presuntuosa se dejó ver. No sé qué me ocurría pero, esa sonrisa que antes me molestaba y fastidiaba, ahora me parecía demasiado atrayente. Debo estar muy mal de la cabeza, no hay otra explicación.
-Deja tu narcisismo y vamos ¿a dónde iremos?
Muy galante, me abrió la puerta de aquel hermoso auto -que para nada le hacía justicia- para que me subiera. Una vez allí pude percatarme que ahora su sonrisa se había transformado en una más… misteriosa, quizás.
-Es sorpresa, te sorprenderás.
Así continuamos lo que restaba de camino, había un ambiente muy misterioso que me dejaba intrigada y un tanto inquieta.
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El Diario de Alicia Melgar
RomanceAlicia es una chica cristiana en la flor de la vida: recién casada, recién graduada, recién mudada de casa para formar un nuevo hogar con quien ella sabe es el amor de su vida, pues Dios mismo le concede ese anhelo. Su hombre para ella era el ser má...