NOCHEBUENA. PARTE 2

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Al entrar a mi departamento, concretamente a mi pieza, me cambié y me fui a la cama para dormir, mañana sería otro día. 

      Mientras conciliaba el sueño no podía dejar de pensar lo que hasta hace un momento viví con MinJoon: sentir su respiración tan cerca, su aroma envolviéndome en un sutil paño de seda que me hacía caer rendida entre sus brazos, por un instante, cuestión de segundos, cedí ante el momento y estuve tan cerca de dejarme llevar por la carne que, ahora que lo analizo en frío, me da algo de temor. Debo estar volviéndome loca, ¿cómo puede ser esto tan difícil? Batallar con tu misma carne, ni siquiera con Jonathan me pasó algo tan complicado como esto. Sé que no estábamos haciendo nada indebido, y un simple beso tampoco es algo prohibido, pero en una relación de amistad donde aún no éramos novios ni nada parecido… sí que lo hacía prohibido para mí, y supuse que para él también siendo ese el motivo principal para que retrocediera y reaccionara al darme el beso sólo en la frente. 

     Había quedado dormida con ese último pensamiento, hasta que mi celular me despertó bastante sobresaltada al punto de agitar mi corazón, reconozco que me asustó el sonido. Me percaté que era un número desconocido lo cuál me extrañó muchísimo y más por el horario del llamado pues era la una de la madrugada; y aún así contesté, podía ser alguna urgencia. 

     Al contestar (lo hice en inglés), una voz desconocida se escuchaba al otro lado de la llamada. 

-Buenas noches ¿usted es… Alice? -preguntó el desconocido en inglés. 

-¿Quién le busca? -pregunté insegura. 

-¿Conoce a un joven llamado… Song Ye Jun? -esto ya se estaba poniendo cada vez más extraño. 

     La persona que llamó se presentó como el gerente de un bar y me informó que Ye Jun se encontraba inconsciente y alguien debía pasar a buscarlo antes del cierre del local, me llamaron porque era el número de emergencia que él tenía en su teléfono. No podía ser verdad, esto es lo más raro en el mundo… ¿Quién, en su sano juicio, pone a una simple compañera de trabajo como contacto de emergencia? Y, lo más raro de esto… ¿Dónde consiguió mi número? 

     Me vestí con ropa cómoda y abrigada y me fui en taxi hasta la dirección que me enviaron, después le cobraría esto sin lugar a dudas. Aquel recinto era bastante aseado y se notaba que acudía gente de clase media-alta (sí, quizás exagero, aún sigo aprendiendo de Corea), lo cierto es que no era un sitio nada feo y tampoco quedaba en una mala zona. En el lugar habían salones privados donde cada uno disponía de una alargada mesa con pub largos y acolchados, muy bien acomodados donde la gente podía ir en grupo si quería y "pasar el rato" bebiendo y hablando. Todo esto era un concepto nuevo para mí y más porque no soy de estar en lugares como estos, nunca he estado en uno. 

     Me hicieron caminar por un largo pasillo de varias puertas hasta situarnos en uno y al abrir, pude ver que Ye Jun estaba reclinado en su asiento pero con su cabeza cayéndole a un lado completamente dormido. Creo que no pude ocultar mi asombro al verlo: llevaba un traje demasiado elegante, pantalón negro y un blazer de terciopelo negro a rayas y ligeros destellos plateados que a la luz brillaba un poco con el movimiento, a su vez vestía con un sweater blanco de cuello alto ceñido al cuerpo, su peinado está vez no lo llevaba como usualmente lo usaba, sino que lo llevaba perfectamente hacia los lados y hacia atrás sin dejar ni un solo mechón fuera de lugar solo un par que caían en su frente. No podía quitar mi mirada de su pulcro rostro, se veía realmente atractivo y para nada lucía como el chico rebelde y odioso de siempre, sino que emanaba elegancia y educación. Y es en este punto que me hacía la pregunta del gran millón: ¿Qué clase de chico eres, Ye Jun? ¿Quién eres realmente?

-¿Cuánto tiempo lleva aquí? -esta vez mi pregunta era en español pues me consiguieron a un trabajador que hablaba el mismo idioma que yo.

-Cerca de… quizás unas cinco horas -me afirmó el trabajador, yo quedé pasmada. Era lógico que estaría inconsciente si desde hace un buen rato que empezó a beber.

El Diario de Alicia MelgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora