CONFESIÓN

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Increíble, hasta mi apellido se había aprendido este hombre, no era una desconocida para él y eso me aterró un poco. ¿Qué tenía que ver con su hermano? Él es quien me busca, no al revés. 

-Señor Hyun Kwan -me puse seria, esa sonrisa de aprobación había desaparecido por completo esta vez, puse el vaso de agua en la mesa y lo miré fijamente sin temor a que fuese el mismísimo presidente de la República- no sé qué clase de cosas le habrá dicho Ye Jun de mí y sinceramente no me interesa. 

      La expresión de Hyun Kwan fue de sorpresa por la forma en como le estaba respondiendo. Sí, le hablé con mucho respeto pero también con autoridad, no dejaré que ningún hombre sea quién sea se muestre con superioridad ante mí sólo porque tiene un "cargo". 

-Yo no soy quien para meterme en su vida, realmente no busco eso pues él ha sido quien me ha perseguido todo este tiempo -aclaré- sin embargo, veo que es una persona con un corazón dolido que necesita ayuda y parece que nadie en su familia se ha dado cuenta de ello. 

      Creo que me pasé de la raya al decir eso pues Hyun Kwan arrugó un poco la cara, abrió su boca pero no le dejé emitir sonido alguno. 

-Sé que usted es diferente, en cierta medida. A su manera está intentando ayudar a Ye Jun y eso está muy bien, sin embargo, no me parece correcto que se diga que el comportamiento de Ye Jun es por mi causa, cuando la raíz de todo eso es aún más profunda -me levanté y me dirigí a la puerta para irme, así de tajante fui- antes de decir que yo soy la culpable, hable mejor con su hermano… 

     Hyun Kwan se levantó y apoyó una mano en la puerta para impedir que la abriera y me fuera, mi mirada de enojo se clavaron en los suyos que parecían algo "divertidos" por la situación. 

-No me malentienda, señorita Alicia -declaró con su grave voz de forma suave- no es mi intención decir que es su culpa, no quiero molestarla. A lo que voy, es que gracias a usted mi hermano quiere tomar otro rumbo en su desordenada vida y eso… me parece interesante. 

-No quiero sonar maleducada, Señor Hyun… -miré mi mano en la manilla de la puerta que estaba por abrir pero que él impedía que lo hiciera. Aunque manteníamos una distancia, admito que estábamos más cerca; mi mirada, que infundía cierta autoridad, se posaron en los suyos- pero yo no cambio a las personas, cada uno de forma personal debe querer hacerlo por sí mismo. 

-Eso es verdad, pero nosotros podemos influir en las decisiones de otros también, a eso me refiero. 

     Por un breve instante nos miramos tratando de interpretar lo que el otro quería dejar por sentado en esta conversación. 

-¿Qué es lo que quiere realmente? -directa y al "grano". 

-Quiero que ayude a Ye Jun a salir de sus vicios. 

-No es mi responsabilidad. 

-Lo sé, es la mía y ya lo he intentado todo y nada resulta. En cambio, él tiene interés en usted y eso parece motivarlo. 

-No depende de mí su cambio y eso lo quiero dejar claro -con esa declaración le afirmaba que haría lo posible pero que no garantizaba nada. 

-Lo entiendo perfectamente. Antes de irse… -se dio media vuelta y buscó algo en el cajón de su escritorio, sacó un sobre y me lo entregó- Quiero invitarla a la fiesta de gala de fin de año de la empresa, hablaré con Sun Hee para que se encargue de todo. Ye Jun estará allí pero no sabrá de tu llegada así que será sorpresa para él. 

-¿Y por qué sorpresa? -recibí su sobre con  cierta intriga ante sus dichos. 

-No quiero que se haga expectativas de nada. 

El Diario de Alicia MelgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora