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Mi cuerpo se hallaba agarrotado

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Mi cuerpo se hallaba agarrotado.

Como si hubiera estado en cama por una semana entera sin moverme, por lo que resoplando me estiré incorporándome en la cama, mis huesos crujieron. Eso era nuevo.

Suspiré y me toqué el cabello hecho una maraña, siempre era así pero esa vez se sentía como un nido de pájaros. Hice una mueca y bajé los pies de la cama para levantarme. Era la hora exacta a la que todos los días me levantaba para ir a la escuela y me moría por darme una ducha.

Y con ese pensamiento, me erguí distraída. Pero entonces perdí el equilibrio y me caí al suelo. Era como si mis piernas no me respondieran. Fruncí el ceño mirándolas algo asustada.

¿Y si había quedado lisiada luego de dormir tanto? ¿Era posible?

Gruñí sacudiéndolas con mis manos extrañada, un hormigueo empezó a recorrerme las piernas y me quejé tirándome al suelo agotada. Ya estaban despertándose al menos. Lo horrible era que el hormigueo era doloroso.

Cuando decidí que era el momento de levantarme habían pasado exactamente siete minutos, genial.

Me dirigí al baño empezando el día con una irritación que no comprendía, me sentía de mal humor. Al empezar a cepillarme la puerta de mi habitación se abrió y sabiendo de quien se trataba seguí con lo que hacía mirando mi cara de recién levantada extrañamente más fea de lo normal en el espejo y observé a través de este que mi hermano miró la cama vacía y luego dirigió sus ojos aturdidos hacia el baño.

Enarqué una ceja ante su gesto de sorpresa. ¿Qué era lo que le sorprendía?

—¿Qué pasa con ese gesto?—inquirí con el cepillo en la boca volteando a verlo, en el intento, noté un pinchazo en mi pantorrilla izquierda y siseé encorvándome para sobarme la zona.

—Los mosquitos están cada vez más agresivos—murmuré para mi misma al tiempo que james se acercaba al baño.

—¿Estás bien?—me preguntó con cautela.

Lo miré distraída.

—¿Ah? Sí, claro. Sólo son mosquitos, creo—contesté volteando hacia el espejo de nuevo para enjuagar mi boca.

—Oye...—dije pasando a lavarme la cara en el lavabo, james seguía mirándome como bicho raro, pero lo ignoré— ¿qué ha pasado con mamá?

Él parpadeó saliendo de su raro trance y carraspeó.

—Ella vendrá pronto, está terminando de arreglar unos asuntos—contestó y asentí con la cabeza secándome mi rostro con una toalla.

—E imagino que tampoco hay muchas noticias de Marcus ¿no?—volteé a mirarlo suspicaz.

—Tienes razón, aún no hay nada—resoplé, era extraño que sin más hubiera desaparecido.

—Como sea, ahora sal del baño. Voy a ducharme o se me hará tarde para la escuela—lo empujé fuera de este y cerré la puerta para comenzar a desvestirme. En el acto un pinchazo en la cabeza me atacó y cerré los ojos mientras este iba bajando de intensidad. Que buena manera de empezar el día.

Ross [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora