[SEGUNDA PARTE DE ROJO SANGRE]
Anna Hooper siempre ha deseado tener una vida normal, sin tanto lío ni dolores de cabeza.
Esto poco a poco se estaba haciendo posible para ella.
Sin embargo, no puede sentirse feliz y no entiende por qué.
Tiene lo que...
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Las sorpresas de james no siempre eran las mejores.
Hubo una vez en la que había llegado a casa y había entrado a mi habitación como un torbellino mientras yo me revolcaba en la miseria de las tareas de matemática, supuestamente tenía una sorpresa que me encantaría.
Y resultó siendo disfraces para halloween de un huevo frito y un tocino... Él era creativo con esas cosas, y si era sincera, lo odiaba.
Siempre me negaba a usarlos, aún así, él me obligaba a ponérmelos para tomarse fotos y subirlas a sus redes ¿y cuál es la peor exposición que una persona como yo puede obtener?
Aparecer en los perfiles de uno de los chicos más populares de la preparatoria.
Asi que las miradas y los murmullos a veces eran inevitables. Decían que una chica tan básica como yo no merecía ser parte de la vida de un chico tan genial como james, les daba lástima ese hecho y todo eso.
Al tiempo aprendí a dejar de lado esas críticas aunque me costó mucha estabilidad emocional, aprendí a vivir con ello.
Solo esperaba que la sorpresa de esa vez no fuera alguna ridiculez.
Pero al llegar y no ver nada escandaloso en la sala me entró la duda. ¿James estaba siendo serio con una sorpresa?
Luego vi hacia la cocina, la cual extrañamente se hallaba ordenada a esas horas—ya que siempre era un desastre entrada la noche porque alguien no podía resistir las ganas de comer algo por las tardes en las que estaba libre—estaba a punto de preguntarle qué bicho le había picado cuando vi que alguien salía del pasillo de las habitaciones.
Mi corazón saltó y literalmente yo también.
—¡Mamá!—corrí tan rápido que ella ni siquiera le dió tiempo de reacionar cuando ya estaba colgándome de su cuello—¡estás aqui! ¡No puedo creerlo!
Ella rio devolviéndome el abrazo con fuerza.
—Siento que fueron años sin verte—se apartó y me miró de pies a cabeza con una gran sonrisa—estás más alta, más hermosa y... ¿Con más pecho?
—¡Mamá!
James a mis espaldas rio y resoplé cubriendolos con mis brazos.
—Están normales, planos como siempre—mamá soltó una carcajada.
—No estan mal, pero mira tu cara...—me tomó de las mejillas frunciendo los labios, preocupada—te veo pálida y ojerosa, ¿has estado durmiendo bien y tomando mucha agua? Es importante que te hidrates.
—¡Ma'! Acabas de llegar—la abracé de nuevo—deja de hablar y abrazame, te extrañaba mucho.
Ella suspiró y me rodeó con sus brazos.
—Tienes razón, hay mucho de que hablar y de qué ponernos al día—me acarició el cabello—perdón por no llamar tanto antes.
—Lo importante es que estás aqui ahora, y no volverás a irte ¿verdad?—ella sonrió y me besó la frente.