[SEGUNDA PARTE DE ROJO SANGRE]
Anna Hooper siempre ha deseado tener una vida normal, sin tanto lío ni dolores de cabeza.
Esto poco a poco se estaba haciendo posible para ella.
Sin embargo, no puede sentirse feliz y no entiende por qué.
Tiene lo que...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aceleré el paso abrazándome a mi misma, tratando de aguantar las lágrimas mientras los pasos a mis mientras espaldas intentaban alcanzarme.
-¡Anna, no puedes irte asi! ¡Acabamos de perder a esos tipos que querían atraparte, maldición!-volvió a decir com frustración, sentía que se acercaba cada vez más.
-¡Ya déjame en paz!-exclamé temiendo romper en llanto de nuevo-¡no quiero que me sigas!
-¡Oh, pues ¿qué crees?! ¡Tengo que hacerlo! No es como si esos tipos se rindieran tan fácilmente-me respondió con un poco de molestia.
Reí ironicamente y lo encaré, deteniendo mi andar.
-¿Y es que acaso te preocupa lo que pueda pasarme?-inquirí entre furiosa y dolida, sintiendo mi voz flaquear. Él tensó la mandíbula-Que yo recuerde intentaste matarme hace poco ¡así que no sé si deba confiar en personas tan hipócritas como tú!
-No digas estupideces, anna. Si estas viva es por que me importas-recriminó entre dientes.
-¡oh, por Dios!-exclame fingiendo sorpresa con las lágrimas al borde-¡muchas gracias por tu maldita amabilidad, ya me siento mucho mejor!
Él se pellizcó el puente de la nariz, agobiado.
-¿Podrías dejar de ser tan infantil? Esto no se trata de nosotros, se trata de ti.
-¿Infantil?-jadeé incrédula, reprimiendo la ira que sentía-¡¿crees que es infantil el como me siento?!-corté la distancia entre nosotros para retarlo cara a cara-¿te parece que mi dolor es divertido? ¿Crees que no tengo derecho alguno a sentirme mal o recriminarte lo que me hiciste?
Eithan apretó los párpados, desviando la mirada.
-Yo confié en ti-musité en un hilo de voz, sin poder evitar que mis ojos se cristalizaran-me mostré tal y como era, me mostré vulnerable, ¡te permití entrar en mi corazón y me traicionaste, me rompiste de la peor manera y jamás te lo perdonaré!
-¡No voy a disculparme!-exclamó, encarandome-no pienso hacerlo porque nadie más decidió por mi y estaba completamente seguro de que podría con esto, de que podría hacer a un lado todo lo que siento para darle el lugar que merecía a ese sentimiento con el que había cargado toda mi vida-sentí una lágrima descender, ya no me importaba que me viera débil- pero no puedes culparme por cometer errores, todos lo hacemos. Tampoco puedes culparme por arrepentirme a tiempo y ceder a lo que mi corazón me gritaba que hiciera, tú tienes la culpa por haberte metido tan profundo en mi pecho, tanto que ahora es casi imposible sacarte de ahí.
Negué con la cabeza, conteniendo el llanto.
-Y lo sé, te lastimé. Pero no eres la única que salió mal de toda esta situación-desvié la vista, abrumada-¿Crees que cargar con el odio de la mujer que amas es fácil? O peor ¿que la mujer que amas es a quien deseaste matar desde que eras un niño?