16 |Eithan|

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Ágilmente salté una roca enorme hasta caer al otro extremo del riachuelo, siguiendo mi persecución con todo el ahínco que mi forma lobuna me permitía

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Ágilmente salté una roca enorme hasta caer al otro extremo del riachuelo, siguiendo mi persecución con todo el ahínco que mi forma lobuna me permitía.

No sabía las horas que llevaba siguiendo al lobo blanco al que le pisaba los talones, lo único de lo que era consciente era de la luz del sol filtrándose por las ramas de los árboles, haciendome saber que el día empezaba a llegar.

Estaba cansado, mis pulmones ardían y estaba seguro de que vincent se hallaba igual de agotado pero no permitiría que se me escapara.

En varias ocasiones había probado distintas maniobras para despistarme, sin embargo no se la estaba dejando fácil. Esta vez estaba decidido a atraparlo para evitar que incidentes como los de esa noche ocurrieran.

No podía permitir que él siguiera con su juego estúpido, dañando en el camino a quien más amaba. Jadeé por mis fosas nasales. El tiempo seguía pasando pero no me iba a rendir, me mantenía firme corriendo detras él hora tras hora. Sin importar lo lejos que estuvieramos llegando.

Sabía que anna estaría bien. Había quedado en manos de adam cuando me fui a seguir a vincent, aun así, la incertidumbre de lo que estaba pasando con ella me inquietaba.

Tenía que estar loco, pero juraría que la había escuchado decir mi nombre entre un suspiro antes de desmayarse. Si eso era así, estabamos en problemas.

Lo que menos deseaba era que me recordara... Que me odiara. Porque por más que lo intentara, yo no podría odiarla jamás de nuevo.

Y eso me frustraba, sentía que el odio hacia ella debía ser mi ancla todo el tiempo a esta vida, sin embargo, ahora parecía ser el amor que sentía por ella lo que me mantenía atado a la cordura.

De pronto a la persecución se unió alguien más, sentí el correr acelerado de sus patas rebasarme el paso, y cuando lo hizo lo alcanzó en menos de lo que pensaba, lanzándose hacia el lobo blanco a unos metros.

Lo que no sabían era que el camino se acababa a unos metros más y ambos cayeron de esa pequeña cima hacia el rio.

-¡Rebecca!-grité en mi mente deteniéndome a tiempo en la punta de la cima, buscando alguna señal de su voz y del cuerpo de ambos en el agua.

Gruñí al no obtener respuesta y bajé del acantilado a zancadas con el poco aliento que me quedaba, llegando a la orilla del rio. Desde ahí pude visualizar los cuerpos de ambos emerger, y a rebecca sosteniéndolo con sus dientes duramente por el cuello.

Vincent gruñía intentando zafarse, pero ella lo sostuvo llegando a la orilla con él. Unas gotas de sangre surgían del cuello del lobo blanco, algo superficial que no tardaría en sanar, aunque mientras rebecca lo sostuviera así, no sanaría.

Y aunado al evidente cansancio, pareció darse por vencido. Tenía a dos lobos que no dudarían en dejarlo inconciente con tal de llevarlo consigo y él estando solo, tenía las de perder.

Ross [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora