[SEGUNDA PARTE DE ROJO SANGRE]
Anna Hooper siempre ha deseado tener una vida normal, sin tanto lío ni dolores de cabeza.
Esto poco a poco se estaba haciendo posible para ella.
Sin embargo, no puede sentirse feliz y no entiende por qué.
Tiene lo que...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Con cansancio me tallé los ojos removiéndome entre las sábanas, por suerte aún era fin de semana y podía recuperarme de la noche anterior por la cual james no paraba de molestarme, porque él ya sabía que me había embriagado y que por eso me había quedado a dormir en casa de adam.
Mamá no tuvo problema con eso y se alegró de que me divirtiera, pero yo estaba segura de que no volvería a repetir esa locura.
Aquella noche había sido la más extraña. No recordaba muchos detalles a decir verdad, aun así sabía que alguien me había sacado de la pista de baile en cuanto todo dentro de mi se descontroló, esa persona la había visto en otra parte.
Su tacto era distinto, quemaba y sólo recordarlo mi corazón por alguna razón, se aceleraba.
No encontraba una explicación, pero quizá los tragos me habían puesto muy eufórica y lo que sentía era producto del mismo.
Y luego estaba ese chico de cabello rubio que recordaba muy vagamente, creo que esa bebida había sido la que empeoró mi estado en esos momentos.
Definitivamente, los bares no eran para mi.
Bostecé retorciéndome en la cama con pereza, apretando los párpados al tiempo que alguien tocaba mi puerta y de inmediato asomaba su rostro por la misma.
—Hija, ¿ya despertaste? Tienes una llamada de tu amiga sam—me informó mamá y rodé los ojos sentándome en la cama para recibir el auricular—dijo que había estado marcando a tu celular y no contestabas.
Torcí los labios mirando mi celular sobre el buró.
—Debió haberse quedado sin bateria—me puse el auricular inalámbrico en el oído para responder—¿me extrañas tanto que tienes que llamar a las ocho de la mañana un domingo?
La chica en la otra linea se carcajeó mientras yo le sonreía a mi mamá, quien se retiraba.
—Sé que aun debes estar recomponiendote de lo de anoche pero no me importa—comentó burlona, rodé los ojos riendo—hay cosas más interesantes que hacer en vez de dormir.
—¿Y según tú cuáles son?—inquirí pasando mis dedos por mis cabellos alborotados.
—Empezar a prepararnos para el campamento, quizá—canturreó insinuante.
Bufé.
—Ni lo pienses...
—¡Oh, vamos, anna!—exclamó—ven al campamento, dijiste que lo considerarías y han pasado semanas.
—Sí, semanas en las que he estado atareada con otras cosas, no puedo pensar en campamentos ahora, sam.
—¡Lo prometiste! No seas mala y ven con nosotros, partiremos el fin de semana que viene—hice una mueca, pensativa.
—No lo sé...
—¿Qué te impide aceptar?—me atajó con seriedad y me congelé por un segundo.