Ross [PAUSADA]

15

Observé absorta la calle que me faltaba por recorrer para llegar a mi destino, mi corazón retumbaba en mi pecho y decidí que en ese estado no podía llegar.

Mis manos temblaban y el nudo en mi garganta era cada vez más difícil de sobrellevar, me senté en un andén intentando contener el millón de emociones que me abrumaban el doble de antes. Las mismas que había estado tratando de ocultar de adam, me abracé a mi misma y las lágrimas bajaron sin previo aviso.

Estaba tan confundida, tan anojada, tan agobiada... Todo al mismo tiempo me afectaba a niveles incomprendidos sin poder soportarlo.

No entendía nada, me dolía todo y el corazón lo sentía cada vez más quebrado. Eithan había intentado matarme, esas eran sus intenciones y quizá eso era lo que más me lastimaba. Yo le había confiado mi alma y él la había quebrantado.

A pesar de que después pareció arrepentirse dado que me encontraba viva, no sabía si iba a poder perdonar su traición y si lo intentara, no sería fácil, para nada. 

Me sequé las lágrimas, tragandome el llanto por ese instante. Necesitaba tranquilizarme, estaba segura de que no vería a eithan, o eso esperaba. Solo quería irme de ahi y olvidarlo todo de nuevo. O quizá quería convencerme de eso.

Tomé el suficiente aire que necesitaba para contener mis emociones y me erguí adolorida, aunque menos que antes gracias a las pastillas que adam me había dado. El susodicho había insistido en acompañarme a casa de rebecca pero claramente me negué, el ya había hecho suficiente por mi al ocultarle a los profesores mi accidente, poniendo como excusa que me sentía mal y con eso, lo dejaron traerme él mismo a su casa.

Mi mamá no estaba enterada aún, y si era sincera, no sabía qué iba a decirle al respecto. Y sobre sam, ella había querido volver a la ciudad con nosotros pero adam se lo negó para que se quedara a divertirse. Era lo justo, suficiente tenía con haberle arruinado la diversión a adam.

Al estar frente a esa casa, respiré profundo con los nervios revolviendo mi estómago, deseando no encontrarlo allí adentro. Reuní todas las fuerzas que pude y avancé por el camino de gravilla hasta la entrada, donde con manos temblorosas toqué el timbre.

Unos pasos se escucharon antes de que la puerta se abriera y rebecca con una pequeña sonrisa apareciera, la cual fue desvaneciéndose al ser presa de la confusión y la sorpresa.

Seguramente no podía creer que yo estuviera frente a ella en esos instantes, con los ojos inundados en lágrimas que pronto empezaron a deslizarse por mi calientes mejillas, producto del llanto de hace un rato.

—Anna—susurró y de inmediato me abrazó, sintiendo cómo me rompía entre sollozos que dolían pero que liberaban un poco la presión que sentía.