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Adam solo me observó impasible y desvió la vista sin decir nada al respecto

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Adam solo me observó impasible y desvió la vista sin decir nada al respecto. No podía siquiera pensar en que de verdad eso estuviera pasando.

—¿Dónde esta Sam? —inquirí con un nudo en la garganta sintiendo la ira tomar terreno en mi interior—¡tú sabías que él la tenía, tí sabes dónde está!

Él continuó sin decir nada más, apreté los puños a cada lado de mi cuerpo tembloroso y le di un empujón, enojada.

—¡¿Dónde está Sam?! ¡dímelo! —exclamé dándole puños en el pecho, él ni siquiera se inmutó ante ello y se dedicó a apretar los labios antes de que dos personas me tomaran de los brazos y me alejaran de él con facilidad—¡¿cómo pudiste hacer esto, Adam?! ¡dijiste que era como tu hermana! ¡¿cómo permites que le hagan daño?!

—Ellos no le han hecho nada—murmuró casi para sí mismo mirando el suelo.

—Eres un mediocre, ¡confié en ti!

—¡Tuve que hacerlo ¿si?! ¡Sam es muy importante para mi y lo sabes, solo quiero asegurarme que esté bien!

—¡Suéltenme! —grité removiéndome del agarre de los dos tipos, fuera de control.

—Lo siento, Anna. Eras tú o ella—comentó y dolida lo miré, él apretó la mandíbula—y sabes que siempre la elegiré a ella por encima de todo y de todos.

—No se preocupe, señorita Ross, su amiga está bien. Adam se ha encargado de darle el mejor trato durante su captura—informó el tipo delgado con cabellos blanquecinos, mis mejillas se mojaron con las lágrimas derramadas al tiempo que apretaba la mandíbula.

—No me diga Ross ¡no quiero que me llame por el apellido del bastardo que está haciendo toda esta mierda! —gruñí con dolor e ira.

—Bueno, a fin de cuentas era el apellido de su padre ¿no? —inquirió rodeándome a paso lento—me alegra que no le haya dicho nada a su pequeña manada, eso habría complicado la situación.

—Traiga a Sam y termine con esto de una vez ¿quiere? Estoy harta de malditos rodeos, solo máteme y lléveme como premio a su jodido jefe para que al fin deje en paz a las personas que amo—por el rabillo del ojo, pude notar como Adam apretaba la mandíbula y los párpados.

—Con calma, Señorita Ross —dicho esto un grupo de hombres trajeron a una chica de pies descalzos y pijama sucia, sus manos atadas a su espalda y el agarre fuerte en sus brazos por parte de los hombres la hacía avanzar a trompicones, arrastrando sus pies por las hojas secas del piso.

—¡No la empujen, par de imbéciles! —exclamó Adam con voz dura, sus ojos se iluminaron de amarillo mientras alejaba de un empujón a los tipos para que soltaran a una Sam que observaba absorta el suelo.

Mis lágrimas se derramaron al ver que tenía rasguños en sus brazos y que la suciedad cubría algunas partes de su ropa, sin embargo, su cara se veía limpia y tenía una pequeña venda en la mejilla.

Ross [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora