[SEGUNDA PARTE DE ROJO SANGRE]
Anna Hooper siempre ha deseado tener una vida normal, sin tanto lío ni dolores de cabeza.
Esto poco a poco se estaba haciendo posible para ella.
Sin embargo, no puede sentirse feliz y no entiende por qué.
Tiene lo que...
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La puerta tras de mi se cerró con lentitud antes de que me sentara en la orilla de la cama, mirando el suelo en una especie de trance que hacía que la bruma fuera más llevadera de lo normal.
Eithan se acercó y se agachó frente a mi, poniendo sus manos a cada lado de mi cuerpo para poder mirarme fijamente, preocupado por mi silencio.
—No es tu culpa—me dijo sin más, sonreí sin ganas parpadeando para alzar la vista hacia él.
—Eso no cambia en nada las circunstancias.
—Tampoco lo hace el hecho de que eches toda la responsabilidad sobre ti—murmuro juntando su frente con la mía, me incliné para sentirlo más cerca y cerré los ojos rodeando sus hombros con mis brazos.
—Aún no entiendo la necesidad del destino en mantenerme aqui si solo voy a causar problemas—susurré, el me sobó la espalda, su calidez transmitiéndose a mi gélida piel con su tacto.
—No es la necesidad del destino, es mi necesidad—musitó mirandome con adoración—yo te necesito, Anna Hooper.
Sonreí sintiendo mis mejillas calentándose después de un tiempo sin sentir una reacción como esa.
—No quisiera lastimar a nadie más—susurré—no quiero lastimarte.
—Entonces no seas tan impulsiva y no tomes decisiones a la ligera, somos un equipo, Anna—acarició mi mejilla con suavidad— me volvería loco si algo te llegara a ocurrir y no pudiera hacer nada para evitarlo.
Tan solo asentí con la cabeza, sin querer siquiera pedir perdón por algo que sí estaba dispuesta a hacer.
—No vuelvas a hacerme esto ¿quieres?—me besó en los párpados—hablame, dime lo que ocurre y juntos buscaremos una solución, no te pongas en riesgo como lo hiciste.
—Sabes que será inevitable el desenlace ¿verdad?—inquirí en un susurro bajo, sin poder evitar decir lo que pensaba. Eithan se apartó, frunciendo el ceño.
—¿A qué te refieres?
—A que...—me mordí el labio inferior desviando la vista—en algún momento esto tendrá que acabarse, y la única manera de que eso pase es que...
—No digas más—me cortó, mirándome serio—para de pensar de ese modo.
—¿Pretendes que huyamos el resto de nuestra vida?—cuestioné incrédula—no quiero sacrificar a nadie más en el camino, no es justo que mueran diez por una persona, Eithan.
El susodicho soltó un suspiro cansino irguiéndose para caminar hacia la ventana con el estrés reflejado en sus facciones.
—Para con eso de una vez, se buscarán soluciones—comentó irritado. Me erguí sacudiendo la cabeza.
—¿Soluciones, Eithan? ¿Qué otra solución ademas de que me maten de una vez, encuentras?
—Deja de ser tan pesimista—masculló entre dientes volviendose a mirarme—porque eres así es que tomaste una decisión tan estupida, Anna. ¡Te lanzaste al vacio como si los demás no importaran, como si yo no importara! Por eso es que creo que no eres la unica traicionada aqui, tambien me traicionaste, me mentiste, me abandonaste, ¡no consultaste nada y por eso casi te pierdo!