[SEGUNDA PARTE DE ROJO SANGRE]
Anna Hooper siempre ha deseado tener una vida normal, sin tanto lío ni dolores de cabeza.
Esto poco a poco se estaba haciendo posible para ella.
Sin embargo, no puede sentirse feliz y no entiende por qué.
Tiene lo que...
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Suspirando salí al porche de mi casa para esperar a los chicos. Ambos habían asegurado que irían a buscarme para llevarme a comer algo por mi cumpleaños y luego querían llevarme a otro lugar del que no quisieron darme detalles pero del que ya imaginaba lo peor. Al menos para mi.
Mamá había dicho que estaba de acuerdo con que saliera a divertirme en mi día pero que no llegara tarde, y claramente no tenía pensado llegar a casa a altas horas de la noche. Ese no era mi estilo.
Es más, podría haberles rechazado la invitación a sam y adam, pero de repente no tuve corazón para negarme, ellos estaban esforzándose para animarme. Era consciente de que ambos notaban mi estado en los últimos días y sin exteriorizar demasiado sus intenciones, intentaban animarme con cualquier cosa.
Pero nada lo lograba.
Porque estaba cansada. Tenía semanas durmiendo mal, con dolores de cabeza, sangrados nasales y terrores nocturnos atormentándome. ¿Quién tendría ganas de divertirse asi?
Mamá insistía en ir al hospital, para que me checaran, sin embargo, no lo veía necesario. Sería un lío, porque tendrían que transferirme con otro tipo de especialista por los terrores nocturnos y mi madre ya no estaba para lidiar con esos problemas hospitalarios.
Quería que no se preocupara, que disfrutara del presente sin marcus, sin tormentos... Que estuviera tranquila.
Y yo no hacía más que darle problemas.
No deseaba ser eso para ella justo en esos momentos en el que todo parecía ponerse en su lugar.
Me senté en las escaleras del porche con ambas manos metidas en los bolsillos del jersey rosado que me había dado mi mamá, con una corona estampada en el centro y debajo de este traía la camiseta que james me había dado.
Una que venía a juego con la que él se había comprado. Algo asi como camisetas para hermanos, donde la mía decía: ¡aléjate! Tengo un hermano musculoso y no dudaré en usarlo y la de él decía: ¡aléjate! Yo soy el hermano musculoso.
Sí, él abusaba de su creatividad.
Revisé mi celular y entré a instagram encontrando en primera página las fotos recién posteadas de james y yo usando las camisetas, él había insistido en tomarnos unas. Y como se esperaba, me veía nefasta.
—Hey, ¿qué haces ahí, cumpleañera?—inquirió james saliendo de la casa y bajando los escalones en dirección al buzón.
Guardé el celular en mi bolsillo luego de dar me gusta a las fotos.
—Sólo espero a sam y adam, dijeron que vendrían en cualquier momento por mi—le informé mientras lo veía aún con la camiseta de hermanos puesta, revisando el buzón.
—¿Qué buscas a esta hora ahí? ¿Estas esperando algo?—le pregunté acercandome a paso lento.
—Sí, un documento desde alaska—contestó, inclinándose para ver dentro del buzón. Fruncí el ceño.