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A la mañana siguiente me obligué a bajar a desayunar, tanto porque no quería que mamá se sintiera mal por mi comportamiento que por querer hacerlo

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A la mañana siguiente me obligué a bajar a desayunar, tanto porque no quería que mamá se sintiera mal por mi comportamiento que por querer hacerlo.

La cabeza me dolía, y aun así, me duché, me vestí con lo primero en mi armario y salí de mi habitación arededor de las ocho y media de la mañana. Desde las escaleras podía escuchar el sonido de los utensilios de cocina siendo manejados, tomé aire y entré a la cocina donde mamá platicaba de cosas triviales con james, ambos no me veían.

Estaban de espaldas a mi, james sentado en la isla de la cocina y mamá concentrada en la estufa.

—Alaska es un lugar muy frío al parecer, hay que preparar ropa de invierno, veré si puedo comprar algo esta tarde—comentó james.

—¿Y dónde nos quedaremos al llegar alla?—inquirió mamá.

—Probablemente en un hotel hasta que podamos establecernos bien y empiece a integrarme al trabajo—fruncí los labios. Ellos estaban haciendo todo eso para matenerme a salvo, debía ser una molestia.

Me aclaré la garganta y me fui a sentar al lado de james.

—Buenos días—él respingó y me volteó a mirar, mamá tambien lo hizo algo tomada por sorpresa.

—Vaya, buenos días enana—contestó james con una gran sonrisa revolcandome el cabello, era como si estuviera contento de que hubiera salido de mi cueva.

—¿Quieres desayunar, cielo?—cuestionó mamá con un sonrisa—hice pancakes y james compró fresas para acompañar.

Sonreí a medias y asentí con la cabeza. Nada parecía haber cambiado en ninguno de ellos.

—Se oye delicioso—ella sonrió alegre y prosiguió a servir, tamborileé inquieta mis dedos sobre la mesa al tiempo que james volvía a su asunto en la computadora.

Bajé del taburete y rodeé la isla para acercarme a mi mamá.

—Oye, mamá —le dije nerviosa, ella volteó a mirarme sonriente.

—Dime, cariño.

Me mordí el labio inferior fijando mi vista en los pancakes sobre el plato.

—¿Podrías... Hablarme de ellos?—musité en voz baja, hubo un silencio después. James paró lo que estaba haciendo y nos miró, mientras mi mamá procesaba mi petición.

—Tú...—se aclaró la garganta—¿quieres que te hable de tus padres?

—Sí... Si no hay problema, claro—mamá soltó una risita.

—¡Por supuesto que no!—contestó con una gran sonrisa—estoy muy contenta de que quieras platicar sobre esto, es mejor a que evites el tema por siempre.

Me encogí algo abrumada, sentía que debía saber más sobre ellos y al mismo tiempo, me daba miedo porque eso significaría que debía remover el pasado.

Ross [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora