Capitulo 4

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La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener.
—Gabriel García Márquez

LA PATINETA

—Tengo tanta hambre —Me quejo justo después de que el desconocido/Jackson/príncipe desconocido/Jack me ayudara a saltar la verja y empezara a caminar por la calle.

Miro mi reloj: 7:56 am. Nunca en mi vida me había levantado tan temprano. No por gusto.

—Mierda —exclamo en voz alta.

Al parecer esto sí llama la atención del desconocido porque me mira y escucho un «¿qué?» salir de su boca.

—Mi chamarra —recuerdo y lo veo con mirada de preocupación —. Se me olvidó en el restaurante.

—Y te acuerdas un día después —carcajea por lo bajo y sigue caminando—, que oportuna eres.

—Es mi chamarra favorita —lloriqueo y lo tomo por la muñeca para que se gire—, tenemos que volver por ella —hago un puchero y lo miro.

— ¿Alguna vez te han dicho que tienes bonitos ojos? —sonríe y mantiene su mirada sobre ellos.

Te quiere distraer, no caigas en su trampa.

Me sigue poniendo algo nerviosa que me mire a los ojos, pero necesito mantenerme centrada en mi objetivo: Recuperar mi chamarra.

Y para hacerlo necesito ser segura.

—¿Y a ti?

Bueno quizás mi chamarra pueda esperar.

Esboza una sonrisa y entrelaza nuestras manos —No creo que quieras ir a pasear por la plaza ahora, tú cabello es un desastre y tienes baba en la camisa —señala la mancha que hay en mi pecho avergonzándome, y camina con mi mano entrelazada a la suya—, pero si insistes.

Al parecer no fui la única que noto la mancha en mi camisa.

Él tiene razón, estoy hecha un desastre, no puedo ir a la plaza en estas condiciones, pero tampoco a mi casa, no vivo lo suficientemente cerca como para ir a cambiarme y volver, de hecho estoy bastante lejos imposible ir ahora.

No puede ser, si no vamos a mi casa y no vamos a la plaza estamos yendo a la suya.

Ksual.

—¿A donde vamos? —pregunto. Aunque sé la respuesta tengo el afán de escucharlo a él decirlo.

—A mi departamento —contesta secamente y sigue caminando sin darle la mínima importancia.

Sin embargo yo ya me estoy haciendo mil resultados distintos y llegue a la conclusión de que ir a su casa no es la mejor de las ideas. No soy una niña y sé exactamente como termina el "tengo casa sola" o el "vamos a mi apartamento".

—No creo que sea buena idea —confieso y sigo sus pasos, aún estoy tomada de su mano y combato con el impulso de soltarla. «Tengo que hacer esto» me repito a mí misma—. Ademas ¿No se supone que estás aquí de viaje?

Se detiene abruptamente y suelta mi mano para encararme, expresión que me causa gracia ya que su dramatismo no pasa inadvertido.

Solo una firmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora