Capitulo 28

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LA SEGUNDA CITA

Mirarlo dormir.

Hacer eso es de las pocas cosas de las que pocas o nunca tengo oportunidad de hacer.

Honestamente es bastante difícil, no solo por el hecho de que siempre que despierto el también está despierto si no que su sueño es increíblemente ligero.

Las ocasiones en que he tenido la oportunidad de verlo dormir siempre termina despierto por algún movimiento en falso que hago.

Como verlo.

¿De verdad puede sentir mi mirada?

Paso mis ojos por su mandíbula, por su nariz ojos, cabello, cejas, pestañas y me detengo en su boca. Trato de averiguar que es lo que tanto me gusta de él. Siempre lo he visto atractivo —normal para cualquiera que lo vea—, pero la atracción que siento hacia el ahora es tan grande que incluso llego a pensar que es imposible que alguien sea así de atractivo.

Creo que mis sentimientos algo o mucho tiene que ver.

Alzo mi mano para hallar mi celular en la mesa de noche, pero es imposible, la cama es gigantesca.

Cuando volteo a mirar de nuevo al desconocido no oculto mi cara de decepción al verlo despierto.

Idiota.

Ayer pase toda la noche planeando este día. Acaba de arruinar su comienzo.

   —Jackson ¿te puedes volver a dormir? —le pido cuando está a punto de de hablar.

   —Que extraña... —entrecierro mis ojos tratando de verme amenazante—. Bien.

Veo mi reloj 8:57 am.

Veo que abre un ojo para observarme discretamente y lo cierra de inmediato.

   —Jackson.

   —Estoy dormido —murmura.

   —No es cierto.

  —Claro que sí, tanto estar a tu lado hizo que empezara a hablar dormido.

   —Jackson —reclamo.

¿Cómo puede ser posible que hable toda la noche y él pueda dormir?

Con el sueño tan ligero que tiene.

Además que excusa tan estúpida en primera dormido no escuchas nada.

   —¿En qué piensas? —Jackson me mira.

Ya ni si quiera tiene la delicadeza de fingir estar dormido.

   —¿Cómo duermes a mi lado?

   —¿Cómo que cómo?

   —Sí, pues —me siento dándole la espalda y él hace lo mismo—. ¿Siempre te despiertas por que no te dejo dormir?

El se queda callado y me siento estúpidamente culpable. Es decir, yo siempre creí que a él no le gustaba dormir, creía que estaba loco o era un ser anormal. Pero no, yo soy la causa de que no duerma y eso me hace sentir mal.

   —¿Te sientes culpable por eso? —se responde al ver mi cara y se ríe.

   —No te rías.

   —Es que eres muy tierna Anne —pasa su mano por mi mejilla y pasa acomoda mi cabello detrás de mi oreja—. Me gusta verte dormir, es una de las razones.

   —Pero tu sueño es ridículamente ligero.

   —Admito que sí fue difícil dormir contigo la primera semana tal vez dos, pero después me acostumbre, además nunca he sido fan de dormir.

Solo una firmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora