Capitulo 25

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INTRUSOS

   —Yo y el alcohol no somos compatibles —digo incorporándome.

   —Nadie que consuma tantas cantidades lo es —hablo el que le vomito a una chica en estado de embriaguez.

Me siento en la cama y me doy cuenta de que estamos en el departamento de Jackson.

Mucho mejor.

Así no tendré que toparme con Adrián y darle explicaciones de el porqué de mi estado, eso toparme con Daniel o con... absolutamente nadie.

Me vuelvo a aventar a la cama y los rayos del sol comienzan a quemar mi piel —¿Has considerado poner ventanas?

Jackson voltea sonriendo y toma un control de la mesa de noche, aprieta un botón y la luz del sol deja de atormentar mi rostro.

   —¿Por qué lo ocultaste todo este tiempo? —pregunto indignada.

   —Siempre estuvo en la mesa —se encoge de hombros y me pasa el control.

   —Creí que era para la tele —Suelta una carcajada y yo lo veo feo.

Suena un teléfono al que tampoco le había prestado atención y Jackson se apresura a acercarse a responder.

—¿Hola?

Jackson se queda callado mirando a la nada y yo me siento mirándolo con curiosidad. Pasan unos segundos y me empiezo a preocupar por su falta de expresión.

—¿Jackson?—mi voz parece traerlo de vuelta y mira el teléfono de casa.

—No los deje pasar sin mi consentimiento —dice él, pasan de nuevo otros cuantos segundos y lo escucho mascullar un «hijo de pe» que detiene al darse cuenta de que sigue al teléfono—. Ahora bajo.

Jackson voltea dándose cuenta de que tiene mi mirada encima y yo le pido una explicación con la mirada.

—Ahora vuelvo —toma mi cabeza con ambas manos y la atrae a él dejando un corto beso en mi frente.

Lo veo salir de la habitación y volteo a ver el teléfono como si eso me fuera a solucionar alguna de mis incógnitas.

Pasan 10 minutos y decido por fin pararme de la cama, salgo al pasillo y escucho voces provenientes de la sala.

¿Y si voy?

Sería tonto, ni siquiera me he peinado.

Me miro de arriba a abajo para decidir si me dirijo a la sala o no y decido que definitivamente no sería una buena opción.

En primera estoy descalza, en segunda solo llevo una camisa de Jackson sobrepuesta y en tercera huelo a una divorciada alcohólica.

Me doy la vuelta hacia la habitación de Jackson donde supongo es el lugar más seguro en el que claramente podría estar y logro meterme victoriosamente de nuevo entre las sábanas.

Mi aburrimiento crece y mi paciencia se agota, me siento al borde de la cama cuando la puerta es abierta de golpe y veo a Jackson pasar con una expresión agotada.

—¿Qué pasa? —pregunto con un tono preocupado.

—Pareces espantapájaros —dice a respuesta con una sonrisa.

—Eso me pasa por ser buena persona y preguntar.

—Te lo iba a decir de cualquier forma.

—Ti li ibi i... —me detengo al darme cuenta de que perdí el hilo de la conversación principal— ¿Con quién hablabas?

Solo una firmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora