11| Dudas

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Clara

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Clara

Owen me había dejado en el instituto y no habíamos cruzado palabras ni una sola vez. Las clases ya me aburrían y no podía concentrarme. Apoyé mi cabeza sobre mi mano mientras clavaba mi mirada en la pizarra. Cada vez que me quedaba pensando, mi mente iba a la tarde de ayer. Sonreía como una estúpida. Que Owen me llevase a ese lugar privado, significó mucho para mí. No obstante, me sentí un poco mal, ya que no sabía si algún día podía llegar a tener ese tipo de confianza con él. Por otro lado, me gustaba esta relación que habíamos creado.

Estaba yendo a mi próxima clase, literatura. Las personas seguían mirándome como si fuese un bicho raro, lo cual no me sorprende, puedes darte cuenta cuando alguien no encaja en su mundo perfecto. 

A la distancia pude ver los rulos de Mariane, la morocha estaba hablando animadamente con otra compañera de cálculo. Cuando llegué a ellas, ambas se callaron. Borré mi sonrisa. Mierda, que incómodo.

—Hola —saludé.

—Hola. —Mariane me da una sonrisa débil y mira de reojo a su amiga. 

—Lo siento, sigan hablando yo... 

Iba a pasar al salón pero Mariane me detiene. 

—Perdona, no quise sonar cortante —lamenta y me coloca al lado de su compañera. Fruncí mi ceño sin entender lo que estaba pasando —. Nos han llegado rumores de lo que pasó en el entrenamiento.

Me incliné hacia adelante, prestando atención.

—¿Pasó algo con Owen? —pregunté.

Su compañera asintió y miró hacia nuestros costados, como si tuviera miedo a que alguien nos escuchara. 

—Dicen que a Owen le agarró un ataque de ira en el medio del entrenamiento y comenzó a golpear a Kant sin motivo alguno. Dicen que lo quieren llevar al psicólogo para que no lastime a nadie más.

¿Qué? Imposible. 

—Es mentira, Owen nunca golpearía a alguien porque sí. 

Negué mirando a Mariane en busca de apoyo, pero apartó la mirada.

—Son rumores, Clara —añadió, la chica —, no pueden estar tan errados de la verdad. No es la primera vez que Kant sale lastimado por culpa de tu novio.

Solté una risa nasal.

—Son rumores, idiota. Claro que pueden ser mentira —solté, bruscamente.

Mariane apoyó una mano en mi hombro para tranquilizarme pero yo me solté. Me dolió que ella no defendiera a Owen. ¿Tan diferente se comportaba aquí que nadie iba a apoyarlo? ¿Yo era la única que lo conocía de verdad? ¿O yo era la engañada en todo esto?

—Están en la oficina de la directora, por si quieres ir a verlo —comentó, Mariane.

Fue una manera sutil de decirme que me vaya. No discutí. Me di media vuelta y comencé a subir las escaleras recordando el camino que hice el primer día que llegué al instituto. Mi respiración estaba acelerada y no sé por qué estaba nerviosa. Cuando estaba por llegar, me cruzo con Kant. Me paralicé al verlo. Su rostro estaba embarrado con sangre y sudor. Aferraba su mano a su nariz que todavía seguía sangrando y sus ojos estaban inyectados de ira. No supe cómo reaccionar a su mirada.

Amar a un élite ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora