13| Mundo paralelo

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Clara

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Clara

—¿Verás a Owen antes de la reunión? —preguntó, mi padre.

Pasé una mano por mi cabello y abracé más fuerte la almohada contra mi pecho. Le había comunicado a Owen por mensaje que no tenía ganas de ir al instituto ese día. No me contestó, lo que supuse que estaba ocupado con las clases u otra cosa que no era de mi importancia.

—No. 

Mi padre acomodaba su corbata frente al espejo del baño. Antes hubiera sido yo la que lo ayudara con esas pequeñas y simples cosas, pero ya no, no caería de nuevo. Alzó su vista y me miró frunciendo su ceño. Traté de ignorarlo, pero no pude.

—¿Por qué? ¿Ha pasado algo? —Iba a decirle que no me había hecho nada, que él nunca me haría daño, pero había pensado demasiado temprano —No puedes quejarte de nada, Clara. Si el trato se rompe por tu culpa, habrán graves consecuencias para nuestra familia.

Claro, solo importaba el dinero. Al principio yo pensaba igual que él, que el dinero lo era todo y traía felicidad, sin embargo, supe que había algo más importante que lo material: las relaciones, los sentimientos, la salud de uno mismo.

Clave mis uñas en el almohadón, cerré mis ojos y dejé que mi enojo solo fluya por dentro. 

—¿También quieres que tengamos hijos? Digo, para la herencia —bromee con vehemencia.

—No digas estupideces, Clara —bramó.

—No me sorprendería que lo insinuaras —dije. Me puse de pie y me coloqué la campera.

—Recuerda llegar en horario, no quiero hacer que Halton se arrepienta de esto.

—Sí, señor —ironicé.

Agarré mi paquete de cigarrillos y los metí en mi bolsillo, al mismo tiempo, mi padre se posicionó delante de la puerta para bloquearme la salida. No lo miré porque sabía que cualquier cosa que diga, de alguna forma u otra, iba a afectarme. Su mano acunó mi mejilla y sentí mi estómago encogerse. Su tacto no iba a ser el mismo.

—Quiero que sepas que me arrepiento muchísimo lo que pasó en la mansión Feller. Nunca te lastimaría, Clara. Te amo. Eres mi hija y siempre querré lo mejor para ti. Necesito escucharlo de ti, ¿Me perdonas? —Acarició tan lento mi mejilla que sentí como miles de agujas se clavaban en mi piel a medida que deslizaba sus dedos.

Mordí el interior de mi mejilla para no romper en llanto. 

¿Qué podía decirle? 

Era mi padre y era lo único que tenía. Estaba sola en ese mundo de mierda. Si lo perdía a él, perdía a mi madre y luego a toda mi familia. Nada iba a arreglarse si no lo perdonaba. Por un momento, solo por unos segundos, quise abandonar este mundo para siempre.

—Te perdono —mentí.

Alcé mi mirada para ver su sonrisa, para él sincera. No me abrazó, no me dio un beso, no dijo nada. Asintió, agarró su maletín  y salió de la casa con el mejor humor de todos. Parecía que mis rodillas y pulmones se pusieron de acuerdo, ya que ninguno de los dos reaccionaba. Mi mirada quedó clavada en la puerta. 

Amar a un élite ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora