Clara
Hablé con mis padres esa noche. Les dije que Halton estaba entusiasmado de restablecer nuestro acuerdo. Comenté que iba a regresar al instituto y que no debía preocuparme por las materias que no cursé. Al principio, mi padre, no podía creer lo que estaba oyendo. Me hizo preguntas. Yo respondí. Todo quedó solucionado. Sonrío y me dio un beso en la frente. Aguanté mis ganas de empujarlo. Estaba cegado por la alegría. Hubiera estado feliz por él si fuese otra clase de persona. Odiaba no poder odiarlo del todo.
Cuando mi padre se fue. Mi madre se me quedó mirando. Sabía perfectamente que había estado llorando. No hacía falta ser una científica para eso. Me abrazó antes de que pudiera romper en llanto de nuevo. Su aroma me envolvió sujetándome fuerte. Su cabello me golpeó el rostro cuando me hundí en su cuello. Acariciaba mi espalda y besaba mi hombro. Quería quedarme así. Quería detener el tiempo y quedarme en los brazos de mi madre para siempre. Imaginar escenarios imposibles había terminado siendo mi hobby favorito.
—Todo estará bien. Lo prometo —susurró contra mi piel.
—¿Cómo...
—No —me interrumpió mirando hacia la puerta por donde se había ido mi padre —. No podemos hablar aquí. No podemos hablarlo en ningún lugar. Este es nuestro secreto.
Asentí, comprendiendo.
Me aparté secando las lágrimas con mi antebrazo. No tenía fuerzas para seguir pensando. Fui directo a la cama y me quedé allí, esperando a que el sueño me lleve lejos de la realidad. Costó menos de lo que esperaba. De verdad mi cabeza no funcionaba más que para dormir.
Al despertar, lo primero que hice fue ver el celular. Mis sentidos dejaron el sueño atrás y mi corazón reaccionó de una forma inesperada. Tenía varios mensajes de Owen sin abrir. Me las arreglé para abrir los ojos y leer:
Owen: Vente directo para los vestuarios. Que no te vea nadie. Te espero.
¿Vestuarios?
Mis ojos se abrieron como dos balones y salí disparada hasta el armario.
¡Había olvidado las clases!
Me vestí como pude y salí corriendo a buscar un autobús. Mi padre iba a matarme si se enteraba que el primer día, luego del acuerdo, llegaba tarde.
Cuando llegué, como era de esperar, no había muchas personas dando vueltas. Algunos me miraron sorprendidos. Sabía que había varias personas que habían visto la foto. Las preguntas flotaban en el aire. Los prejuicios no me dejaban respirar... o solo me faltaba el aliento al estar corriendo más de diez minutos en busca del maldito patio. Mi memoria era horrible.
Pasé por la oficina de Beatrice. Evité dar miradas para ese lado, ya que si lo hacía, me iba a arrepentir de lo que hiciera. Mis manos se tensaron en dos puños firmes.
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Amar a un élite ✔
Teen FictionEstoy obligada a fingir una relación con el hijo menor del millonario más importante de Londres para salvar la empresa del quiebre. *** Estar en pareja es lo último que Clara quiere, tiene demasiados problemas para centrarse en una relación. Pero c...