37| Verdad y mentira al mismo tiempo

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Clara

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Clara

El viernes a la mañana había recibido una llamada de Owen. Su voz sonaba cálida como siempre. Una dulzura bajaba de sus palabras que te relajaba. Me comentó un poco de lo que se venía para nosotros. Un estúpido e innecesario baile. Nuestras empresas patrocinaban el evento y habrá unas donaciones importantes. Me juró que había discutido con sus padres para cancelarlo, pero el dinero siempre era más fuerte. Le dije que no se preocupe, que sobreviviríamos a esa catástrofe. Habíamos pasado cosas peores que un baile. Escuché su risa y una lagrima cayó por mi mejilla. Mordí mis nudillos para aguantar el llanto. Ahora hay una bandita cubriendo la herida. Él había terminado la llamada con un "Hasta luego" y yo con un "Adiós".

Dejé el cigarrillo a un lado y, con mucha dificultad, me incorporé sentándome en la cama. Mis piernas no estaban desnudas, pero la tela de lo que se podría llamar un pantalón era tan fina que parecía inexistente.

Los rayos del sol están débiles a través de la ventana. La oscuridad comenzaba a ser su gran aparición.

Hoy era el día.

Hoy iba a irme.

—¡Clara!

El grito de Pablo me hizo poner los pelos de punta. Aunque su llamado no fue de mala manera, había algo en su tono que no me convencía. Hoy no estaba feliz y ni siquiera había comenzado.

Al instante que mis pies tocaron el suelo, pude sentir cómo el ambiente había cambiado. Decidí agarrar el cigarrillo haciendo de compañía para lo que se estaba por venir. Lo sostuve entre mis labios con firmeza. Cuando la figura de Pablo aparece en mi campo visual, todo mi humor que Owen generosamente había creado, desaparece.

Estaba sentado en la mesa con su computadora nueva que presumía a cada persona que se cruzaba en su camino. Utilizaba su dinero en él y solo él.

—Ya te dije que no me gusta que fumes adentro. Ahora toda la casa apestará a eso.

Su vista no salió de la pantalla.

A propósito, largué el humo mirándolo directo a los ojos.

—A mí no me gustan tantas cosas y acá estoy.

—Todos hacemos sacrificios aquí, Clara.

Oculté mi risa dándole una calada al cigarrillo. Me acerqué a la silla que se encontraba enfrente de él y me senté soltando un suspiro.

—No quiero estar sola contigo —aclaré con sinceridad.

—Bien que no te quejas cuando estás a solas con Owen —dijo bien claro en castellano.

—¿Y qué tiene que ver él en todo esto? —Mi pecho se infló de rabia.

—Que te molesta pasar tiempo conmigo pero no con un chico que apenas conoces hace un par de meses.

Amar a un élite ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora