24| No es real

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Clara

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Clara

Nada se sentía mejor que estar en casa. Dejar que el aroma a lo conocido te haga relajar. Eso era lo que una persona suele pensar al sentirse segura en ese espacio. Yo no lo estaba. Quería quedarme en el hospital antes que volver a casa. Hubiera preferido quedarme con Owen. Pero no lo hice. Había dos simples razones por las que no quería estar en mi casa:

1) No quería aguantar a mis padres en estos momentos.

2) Acostarme en mi cama iba a liberar recuerdos de Owen que iban a dolerme como una apuñalada justo en mi corazón.

Me lo merecía. El dolor del recuerdo era uno de los peores. Repetía en mi cabeza que todo lo que estaba pasando era porque el karma había tocado la puerta diciendo: ¡Aquí estoy, idiota!

Antes de salir del hospital hablé por última vez con María, mi enfermera. Tuve que aguantar una charla bastante larga sobre la salud mental y física. Al parecer yo carecía de ambas. Hasta llegaba a ser gracioso. ¿Una persona que no había sufrido nada de lo que yo lo había hecho, dándome una lección de vida y demostrándome que hay un mundo bello y esperanzador allí afuera esperándome? Sabía que si me reía en su rostro iba a ser una falta de respeto a su trabajo, así que contuve mis ganas de explotar a carcajadas. Por mucho que quise ocultarlo, mi expresión me delató.

-A veces el mundo no está lleno de colores vibrantes y bellos -dijo, esa vez con un semblante serio -. Pero hay personas que inventarían colores para que solo tú puedas verlos.

No hacía falta que explaye su punto. Sabía perfectamente a quién se refería.

El viaje de vuelta a casa fue otro dilema. Nunca había conocido de verdad el silencio hasta que nos subimos a ese coche y lo único que escuchaba era mi pestañeo. Mi madre viajaba en los asientos de atrás conmigo, decidida a no soltar mi mano bajo ninguna circunstancia. En cambio, mi padre, hacía todo lo posible para esquivarme y ejercer el menor contacto visual que podíamos tener. Así y todo, no era algo que me molestaba. Al contrario, me sentía menos presionada.

Los medicamentos seguían afectando mi sistema. Era difícil mantener mis ojos abiertos por mucho tiempo. Todavía seguía sintiendo mi estómago sensible y me costaba horrores ingerir algo a mi sistema. Agradecí que me dejaran dormir un par de horas mientras ellos salieron a tomar un poco de aire. Si se tiene en cuenta la última vez que dormí tres horas seguidas, había pasado más de una semana.

Soñé varias cosas mientras me dejaba llevar por el cansancio. A pesar que la mayoría de ellos no tenían sentido, pude acordarme de uno en específico. Estaba con Owen, sus brazos firmes alrededor de mi cuerpo, reposando su mentón en mi cabeza y respirando al compás de una canción. Era una melodía hermosa y muy relajante. Pude reconocer enseguida el sonido del violín acariciando nuestros oídos. Al mismo tiempo, Owen tarareaba la melodía de memoria en voz baja. Tenía los ojos cerrados, lo que sólo podía imaginar en dónde estábamos. Pensé en Roma, esa extraordinaria ciudad en dónde supuestamente nos habíamos conocido. Ese lugar ficticio que sólo podíamos estar en mis sueños.

Amar a un élite ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora