41| Carta

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22/08/2023

Owen,

No me has contestado los mensajes. Intenté llamarte y ni siquiera te molestabas en dejar pasar la llamada. Me cortabas al instante. Llegaste a bloquearme porque ya no podía llamarte más. Es por eso que quise intentar otro método, uno que te tome por sorpresa. Aunque es la tercera carta que te mando en este año y sigues sin dar señales de vida. Y es la tercera vez que mancho el papel con mis sentimientos. Pero va a ser la primera vez que no voy a disculparme por lo que hice. Por lo que te hice.

Voy a explicarte todo. Desde el principio. Desde el primer día que nos conocimos. Desde que apareciste en la cena y juré odiarte hasta el último minuto. Probablemente hayas hablado con tu padre o con Chase, o no, quizás le hayas jurado la ley de hielo y ni siquiera estés viviendo con ellos en este momento. Puede ser que esté sobreestimando tus sentimientos y estés feliz con tu vida y me hayas olvidado por completo. No lo sé. Las personas cambian todo el tiempo.

Yo cambié.

Quisiera explicarlo desde el principio. Creo que nunca expresé en palabras lo mal que me sentía con mi vida. Me estaba muriendo. No físicamente sino mentalmente. Respirar era cada vez más difícil, más inútil. Las decisiones que había tomado en mi adolescencia me estaban cobrando la cuenta. Pasaban los días y era menos el control que tenía sobre las drogas, aunque en realidad ellas tenían el control sobre mí. No puedo explicarlo en palabras si no lo has vivido. No quiero que lo malinterpretes, no es una excusa por lo que pasó entre nosotros. Pero la mayor parte del tiempo no era yo la que controlaba mi mente y cuerpo.

Recuerdo la noche en la que Pablo me dijo de ir a esa cena de negocios. Me pareció absurdo. No porque no pintaba nada allí, sino porque esa noche mis pensamientos estaban más peligrosos que nunca ¿Justo Pablo necesitaba de mí cuando yo ya no quería vivir? El universo no quiso que fuera ese día. Me dijo: un esfuerzo más. Era la primera vez que el universo estaba de mi lado, sorpresivamente. La noche de la cena fue un antes y un después. Te recriminaría lo idiota que fuiste conmigo, pero solo fue un escudo de defensa. No sabías que yo era una de las tuyas, alguien que se escondía debajo de una manta para que nadie pueda herirnos. Por eso nunca me quedé con ese recuerdo tuyo.

Fue ese día cuando viniste a mi trabajo, cuando me llevaste a esa pista de patinaje sobre hielo y caíste más veces de las que te mantenías de pie. Esas risas que me habías sacado. Nunca creí volver a escuchar ese sonido salir de mí. Y tú lograste hacerlo. Lograste hacerme reflexionar. A partir de ese día sabía que estaba jodida. Apenas llevábamos un par de semanas juntos, fingiendo esa locura, y ya sabía que ibas a ser una extensión de mi pobre corazón. Y eso no podía pasar, no contigo. Eras demasiado bueno. Sano. Yo no estaba familiarizada con ese término. Me asustaba. Me atraía. Pero sabía que lo terminaría rompiendo. Y te lo dije, te dije que así terminaban todos los que estaban a mi lado.

En las cartas anteriores te nombré mil y un situaciones en las que me sentía viva contigo, no las volveré a recordar o no llegaré sana hasta el final de esta carta.

Entonces empezaré con el día del trato que hice con tu padre. Tú querías detener esa charla, y agradezco que no lo hayas hecho. Porque sino no estaría aquí hoy. Bueno, todo empezó cuando me comentó que conocía a mi madre desde que iban al instituto. Tuvieron historia juntos. Sí, nuestros padres tuvieron una amistad ¿Puedes creerlo? Porque yo no. Fue difícil creerle, pero me ha mostrado fotos, recuerdos. Ambos sonreían y se veían sonrisas sinceras. Su amistad se perdió con el tiempo, dejaron de verse y escribirse. Él no sabía que ella estaba casada con Pablo y cuando se enteró el estado de la empresa y lo mal que lo estábamos pasando, decidió inventar toda esa mentira sobre la imagen de la empresa. En parte fue verdad, ganaría más atención y fama, pero no era su objetivo. No quería verla así. Pero no quería quedar expuesto delante de Beatrice. Dice que es alguien celosa al punto de parecer psicópata. No hizo falta la duda en eso. Un día, antes de la cena del acuerdo, mi madre y tu padre se juntaron e hicieron su propio acuerdo: ella aceptaba que yo participe de esto si él la ayudaba a separarse de mi padre y empezar una vida en otro lugar lejos de Chelsea. Halton tiene buenos abogados, una buena cantidad de dinero para ganar cualquier juicio.

En la charla que tuve con tu padre me explicó porqué mi madre nunca actuaba cuando mi padre se ponía violento. Lo grababa. En su celular o en otras que había colocado a escondidas en la casa. Necesitaba pruebas para poder denunciarlo.

Todos los hilos comenzaban a unirse.

Halton es un hombre... especial. Tú lo sabes más que nadie, es por eso que su mejor ocurrencia fue aceptar sin pensar en nadie. No pensó en las consecuencias. No pensó una mierda de nada. Él no estaba en nuestro mundo, no sabía por lo que estábamos pasando. Estaba encerrado en su burbuja que pensaba que ese acuerdo iba a hacer más bien que mal. Él se dio cuenta sobre nosotros antes de lo que pensaba. Me describió cómo eras a mi lado, cómo veía vida en tus ojos cuando hablábamos. Y me describió a mí como una pieza de vidrio puntiaguda. Sí, así me llamó. Era inofensiva hasta que alguien trataba de agarrarme y se lastimaba. Y tú me agarraste demasiado fuerte.

Me ofreció un acuerdo a mí: yo me iba a Argentina con mi madre a empezar una vida nueva y no volvía más a Inglaterra. Empezaría rehabilitación. Te dejaría en paz. Te dejaría para que cures tus propias heridas como yo haría con las mías. Estabas desarrollando una dependencia sobre mí que no era sana. Pero no tenías que saberlo porque ambos sabíamos que no ibas a dejarme ir. Harías lo imposible para estar juntos.

Acepté el trato. Todo se estaba yendo a la mierda. Mi adicción era cada vez más fuerte y mis sentimientos hacia ti eran cada vez más claros. Era momento de parar y no nos dábamos cuenta. Al principio pensaba que estar cerca de ti iba a curarme. Pensaba que eras alguien mágico que curaría todas mis heridas. De cierto modo para mí eras alguien mágico, pero no ibas a curarme.

Lloré todos los días. No recuerdo haber pasado una noche sin mojar la almohada con lágrimas. Cada día era más difícil verte y no pensar en que algún día desaparecerías de mi vida. Pero estaba agradecida de aquello, de no verte. Te estaba lastimando, Owen. Y no podía soportar más verte enamorado de mí. El amor es un arma de doble filo.

En este momento estoy pensando varios escenarios en las que estas leyendo esta carta (si es que lees algunas de ellas). Probablemente te importe un comino mis sentimientos en el pasado. Pero lo que quiero dejar en claro es que no me arrepiento de nada. No me arrepiento de dejarte. No me arrepiento de subirme a ese avión. No me arrepiento de estar mejor y poder verle un sentido a la vida sin que el sentido sea una persona, que seas tú. No me arrepiento de que lo nuestro no haya evolucionado.

Sé que estas mejor sin mí.

Sé que has seguido con tu sueño de violinista, te vi en una nota en un diario digital. Estoy feliz por ti.

Sé que me amaste cuando no podía ser amada.

Sé que puedo decir que lo nuestro pasó en un momento erróneo.

Sé que parte de tu tristeza y enojo es mi culpa.

Sé que me perdonarás.

Sé que no pararé de amarte.

Sé que vivirás más que nunca.

Necesito saber de ti, por favor. Siempre serás mi todo.

Lo nuestro tuvo un principio pero no le demos un final trágico, ¿sí?

Con cariño,

Clara.

Clara

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N/A:

¿Final medio abierto? Sí.

¿Final triste? Sí.

Falta el epílogo que será tremendo, ¿qué creen que pasará?

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