Clara
Cuando salí del instituto, me llevé una sorpresa inquietante. Pensé que nuestra relación se había roto para no poder juntar nunca más las piezas. Que se había dado cuenta que a mi lado iba a tener más problemas que soluciones. Pero Stephen no era orgulloso ni menos mala persona. Ojalá se priorizara él antes de andar conmigo.
Caminó hacia mí con firmeza y rapidez. Las personas se quejaban cuando sin querer las empujaba para despejar el camino. Su aroma me drogó de una manera bonita. Cerré mis ojos, todavía sin poder responder ante su gesto. Siempre supe que no iba a dejarme, pero ojalá sí lo hiciera. Era momento de ser egoísta y dejarme de lado.
Se ofreció de llevarme a casa, y con esperanzas de que se vaya, dije que me dirigía a la casa de Owen, lo cual era verdad. No cambió su oferta. Dejé en claro que podía ir sola, pero se enojó por siquiera pensar eso.
El camino fue largo, o eso aparentaba. Parecía que cada vez nos alejábamos más en vez de acercarnos. Los autos parecían ir en velocidad de una tortuga y los semáforos tardaban una eternidad en cambiar de color. Ya casi me quedaba sin uñas de tanta incomodidad y mis dientes buscaban un reemplazo. Encendí un cigarrillo y deje que la distracción sean las formas onduladas que salían del humo. Stephen trataba de sacar tema, aunque la conversación tenía solo un participante.
—Tienes que hablarme en algún momento, ¿sabes? —insistió.
Miré por la ventana y pude reconocer que solo faltaban unos metros para llegar a la mansión. Y solo por eso le contesté.
—Necesitas alejarte de mí —ordené.
Dejé que procesara mis palabras y que las digiera. Nunca había sido tan explícita con él, y menos sobre esto. El oxígeno parecía consumirse dentro del coche. El humo corría entre nosotros hasta sofocarnos. Abrí la ventana para que corra un poco más de aire, y una brisa fresca rodó hasta mis fosas nasales aliviándome un poco.
—No lo haré. No hasta que recibas ayuda. Estás mejorando de a poco...
—Mentira —Interrumpí con vehemencia. Me giré hacia él mientras un nudo de desazón crecía en mi garganta —. Ambos sabemos que eso no está pasando.
—Pero lo harás —resistió.
La mansión ya se veía y mis piernas se pegaron a la puerta preparadas para salir de allí en cuanto las llantas dejen de moverse. Cuando iba reduciendo la velocidad, mis manos se aferraban más a mi bolso para estar lista. Lancé el cigarrillo por la ventana y mis pulmones ya pedían otro. Odiaba los nervios. Bueno, básicamente odiaba mi vida. Pero no podía hacer mucho al respecto.
Stephen levanta el freno de manos. Las luces de la mansión estaban vibrantes y desde afuera se veía todo majestuoso. La fuente que decoraba la entrada seguía impactándome. Al salir de mi hipnosis, miré a mi amigo. No era tan hija de puta para no saludarlo y agradecerle el viaje, pero iba a hacerlo una vez fuera del coche. Rápido. Sin siquiera mirarle el rostro. Tal vez sí era una hija de puta después de todo.
ESTÁS LEYENDO
Amar a un élite ✔
Teen FictionEstoy obligada a fingir una relación con el hijo menor del millonario más importante de Londres para salvar la empresa del quiebre. *** Estar en pareja es lo último que Clara quiere, tiene demasiados problemas para centrarse en una relación. Pero c...