•|Veintiuno: «La boda»|•

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Quinn.

Seis meses después.

Me despierto con el llanto de un bebé. Mi bebé. Me froto los ojos para mirar el reloj de la mesilla de noche y ver que son las cuatro de la mañana. Me incorporo en la cama, lista para ir a verle, cuando siento que Blake se mueve.

—Ya voy yo —susurro antes de que se despierte del todo.

Camino como un zombie por la habitación hasta llegar a la de Knox, que antes era la mía. Le encuentro llorando en su cuna; estiro los brazos para cogerle y le acuno con ellos.

—Shh, ya, cariño, ya.

Un mes y medio. Knox tiene sólo un mes y medio de vida y desde entonces no ha dejado de llorar. Cada vez que tiene hambre, cada vez que su pañal está lleno, cada vez que le cojo, cada vez que duerme. Todo el rato igual, y yo no sé qué hacer para calmarlo.

Me siento tan mala madre. Parpadeo varias veces mirando hacia el cielo, reteniendo las lágrimas de impotencia.

—Por favor, Knox... Vas a despertar a todos, por favor —suplico moviéndole en mis brazos.

No lo entiendo. Se supone que, cuando los bebés lloran, les coges y se calman. Al parecer Knox es diferente porque, cada vez que yo le cojo, estalla en lágrimas. ¿Estoy haciendo algo mal? ¿Es mi culpa?

—Reina —Blake me llama desde el umbral de la puerta—. Ya le calmo yo, vete a dormir.

Se acerca a mí y suavemente me quita a Knox de los brazos. Enseguida se calma y llora menos. Sintiéndome abrumada e impotente, me dirijo de nuevo a nuestra habitación. Cuando mi cabeza toca la almohada, me es inevitable no dejar salir las lágrimas.

Lo hice mal con Nyx, me perdí toda su infancia. Y ahora también lo estoy haciendo mal con Knox.

El problema soy yo, no ellos. Soy el maldito problema y soy la peor madre del mundo.

Escucho los pasos de Blake regresar a la habitación. Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano e intento fingir estar dormida. Sin embargo mi prometido me conoce demasiado bien, por lo que cuando regresa a mi lado me da un beso en el hombro.

—¿Estás bien, Quinn?

—Sí —miento.

—¿Entonces por qué lloras?

Suelto un suspiro, girándome hacia el otro lado para mirarle. Me muerdo el labio antes de confesarle mis miedos.

—¿Soy una mala madre, Blake? —pregunto sollozando.

—¿Qué? Claro que no, reina. Eres la mejor madre del mundo, pregúntale a Nyx —limpia mis mejillas—. Eres una buena persona a la que le han pasado cosas malas.

—No le vi crecer, eso no es ser buena madre.

—Eso no significa nada. Desde que volviste lo has dado todo para recuperar el tiempo perdido. Y lo has hecho estupendamente.

—Pero Knox... No me quiere —expulso más lágrimas.

—Deja de decir tonterías, reina —aunque su voz es suave, su frase es severa—. Aún tienes las hormonas revolucionadas.

—Cada vez que le cojo se pone a llorar. No me soporta. ¿Qué estoy haciendo mal?

—¿Tú? Absolutamente nada. Mira, los bebés son muy raros —esbozo una pequeña sonrisa—. Ahora te parecerá que no te hace caso, pero ya verás que cuando crezca a quien no hará caso será a mí.

—Claro, si le vas a decir que no a todo y yo que sí, es normal que me haga caso a mí.

—Pues eso, no te tortures. Lo estás haciendo todo bien, ¿vale?

Ojos Rojos [+18] [Libro I & II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora