•|Diecisiete: «Estamos jodidos»|•

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Caliope.

Aburrido. Aburrido. Aburrido. Vaya mierda misión que estamos haciendo. Todo es aburrido. Los rusos son aburridos. ¿Es que no hacen nada para divertirse? A este paso me van a salir canas antes de lo previsto.

Y luego está Lysenko. Parece tan aburrido como el resto de su calaña. ¿Cómo Quinn pudo salir con él? Enserio, cayó muy bajo. Por suerte para ella y para su futuro, Blake volvió y ahora van a casarse de nuevo y a tener un bebé. Yuju.

Ruedo los ojos. Qué ridículos. Y como los odio. Aún no entiendo como Nyx es hijo suyo, enserio. Son como el agua y el aceite, ¡no se parecen en nada!

Camino por las baldosas cálidas del suelo de la piscina climatizada que tienen los rusos. He de decir que esta es mucho mejor que la de la mansión. Los rusos saben montárselo bien, ¿eh? La piscina tiene chorros y se puede poner en opción jacuzzi e, instantáneamente, la piscina se transforma en uno.

Paso casi todo el día aquí metida ya que no hay nada mejor que hacer. Suelo estar rodeada de rusos, entre los que se encuentran Lysenko, por supuesto, que no se separa de mí; el gran jefe, Komoswsky Vólkov y el hijo de puta de Chad.

Tengo que decir que entiendo perfectamente a Quinn. Puede que la odie a muerte, sí, pero he visto cómo trata Chad a las mujeres que andan por aquí y desde luego nadie se merece eso. Cada vez que me toca me dan ganas de arrancarle las pelotas.

Pero, por petición de Blake, no podemos armar un escándalo. ¿Veis? No me dejan divertirme.

Introduzco mis piernas dentro del agua tibia de la piscina. En su interior hay varias chicas —que creo que más bien son prostitutas— divirtiéndose con algunos rusos. Algunos de ellos les duplican la edad. Ugh, asqueroso.

Me inclino un poco hacia atrás, disfrutando de los tenues rayos de sol que entran por la cristalera del techo.

Cierro los ojos disfrutando de la combinación del agua y el sol, relajándome, hasta que...

—Hola, guapa —abro los ojos de golpe, mirando a mi intruso.

—Chad —respondo con un tono de desdén.

—Ese bikini te queda fenomenal —arrugo el ceño mientras me giro para mirarle. Sus ojos brillan con deseo.

Asqueroso. Repugnante. Alguien debería darle a probar de su propia medicina... De hecho, eso mismo voy a hacer.

Cambio mi expresión por una sonrisa coqueta y seductora. Me meto dentro de la piscina, mojándome entera. Al salir, me peino el pelo hacia atrás mientras le miro a través de mis pestañas mojadas.

Chad sonríe aún más como si le estuviera dando un espectáculo. Qué lejos estás, querido. Nado hasta él, que ha ocupado mi lugar y se encuentra sentado en la orilla con las piernas dentro del agua.

Separo un poco sus rodillas para situarme entre ellas. Recorro con mis manos sus piernas, lentamente, hasta llegar a la cintura de su bañador. Todo hay que admitirlo: está muy bueno, pero es un gilipollas machista y eso le quita todo el encanto.

—¿Qué deseas, guapa? —matarte.

—No sé —ronroneo pasando mis dedos por su torso desnudo.

—Acércate más.

Acato su orden impulsándome hacia arriba, quedando cerca de su boca. Él rodea mi cuerpo con sus piernas para que no me hunda en el agua; la sola sensación de él sobre mí me produce náuseas.

—¿Sabes, Chad? Eres un chico malo.

—El peor —por su sonrisa y mirada lasciva deduzco que se refiere en la cama. Patético.

Ojos Rojos [+18] [Libro I & II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora