•|Diez: «No todo sale siempre como te esperas»|•

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Blake.

—Creo que es hora de que hablemos, ¿no crees? —alzo la mirada sorprendido, escuchando la dureza en su voz.

Qué iluso he sido. ¿De verdad creía que si me la follaba iba a olvidarse de todo? Pues no, porque Quinn, esta Quinn, no es así. Esta es la verdadera Quinn, la dura, la fuerte, la sanguinaria.

Siempre ha confiado en mí y nos hemos dicho la verdad. Ahora he perdido su confianza por culpa de mis estúpidos planes solo para lograr que recuperara la memoria.

—Te diré todo lo que quieras. Pregunta.

—¿Por qué, Blake? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué me has hecho esto?

Las palabras salen de su boca enseguida. Se estaba conteniendo, ¿eh?

Expulso el aire de mis pulmones y me levanto de la cama. Camino hacia ella, quedando enfrente suya.

—No me recordabas. No recordabas nada. ¿De verdad esperabas que te dijera de golpe que eres mi mujer perdida, que tenemos un hijo juntos y que somos asesinos? ¿Me habrías creído? —abre la boca para responder, pero yo me adelanto—: No, no lo habrías hecho. Y lo que es peor, habrías salido huyendo y no podría haberte protegido.

—¿Protegido? ¿De quién, Blake? ¡Red no era real!

—¡De la puta mafia rusa!

—¿Sabías...?

—Nos costó —la interrumpo—. Nos costó muchísimo encontrarte. Viajamos a todos los países posibles, lejanos y cercanos. No estabas en ninguno de ellos. Imagina mi sorpresa cuando Lowell vino aquí para comprar unas malditas galletas que le encantan y que no hacen en ningún otro lugar, te vio y me llamó. ¿Quién iba a imaginar que estabas tan cerca de nosotros?

—¿Y qué, me espiasteis? —se cruza de brazos.

—Sí. Averiguamos que salías con Chad y que tenía contacto directo con la mafia rusa. Nos instalamos de nuevo en Howells, compré esta mansión y logré que el teniente me contratara. Empezamos a seguirte y nos dimos cuenta de que no sabías quién eras. Teníamos que hacer algo para que nos recordaras.

—Y fue cuando recordaste que somos Red, te convertiste en él como si fuera una persona, mataste a gente y fuiste descuidado. La policía sabría de este asesino en serie antes de que tú provocaras que viera un asesinato, me siguieras y, sabiendo lo que diría el teniente, ya me tendrías bajo tu techo. ¿He acertado?

—Siempre me ha asombrado lo lista que eres, Quinn —confieso con una pizca de orgullo.

—Lo que hiciste fue retorcido. No tenías derecho a asustarme así. ¡Pensé que estaba en peligro! —me grita, luciendo enfadada.

—Lo estabas. Y sigues estándolo. Te recuerdo que la mafia aún va a por nosotros. Llevan un año sin hacer nada porque piensan que yo era el líder y que sin mí el problema se ha ido.

—Pero, en realidad, la líder soy yo.

—Sí —se frota los ojos—. ¿Qué más quieres saber?

—¿Por qué no me contaste todo cuando comenzamos a salir de nuevo? ¿Por qué me dejaste pensar que la madre de Nyx, tu mujer, o sea yo, era una zorra?

—Cuando me acerqué a ti pensé que con el tiempo te acordarías tú sola. Pensaba que, en algún momento, recordarías algo. Un roce, un beso, un abrazo. Cualquier cosa. Pero no fue así —agacho la cabeza—. La Quinn que eras no es mi mujer. Esta sí.

—Y supongo que ahora pretendes que te perdone y volvamos a ser un matrimonio feliz, ¿me equivoco?

—Eh... ¿Sí? —respondo vacilante, porque su mirada sigue siendo fría y dura como el hielo, lo que me hace pensar que no.

Ojos Rojos [+18] [Libro I & II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora