Quinn.
Oigo como abren la puerta de una furgoneta y me lanzan a su interior.
Miedo. Miedo es lo único que siento. Volver otra vez a ese infierno no, por favor, no. Sollozo y dejo caer las lágrimas. ¡Soy estúpida! ¡Tendría que haber cogido la maldita pistola, joder! Un pensamiento me golpea como un vaso de agua fría. Blake. Oh no, ¡Blake! ¡Me matará!
Mierda, mierda, mierda. Está muy preocupado por su hijo, ¿y voy yo y desaparezco también? ¿Y si se echa la culpa? Tengo que salir de aquí, ¡no me pueden secuestrar!
—¡Dejadme ir! ¡Soltadme, malditos hijos de puta! —intento romper la cuerda que me han puesto alrededor de las muñecas.
—¡Cierra la boca! —vociferan a mi lado con un marcado acento ruso.
—¡No me da la gana! ¡Soltadme, soltadme, soltadme!
Unas manos se cuelan por debajo del saco que llevo encima y me ponen una cinta en la boca. ¡Cabrones! Igualmente, haciendo uso de mi yo cabezota, intento hablar y gritar, emitiendo sonidos que no tienen sentido alguno.
Desisto al darme cuenta de que esto no va a ningún lado. Si guardo energías, podré intentar escapar. Algo he visto de cómo pelean los chicos cuando fuimos a la fiesta de la mafia. Podré recrearlo, ¿no? Y si consigo un arco... Quizá pueda serme de utilidad. Sí claro, seguro que encuentras un arco.
Siento que la furgoneta se para. Oigo la puerta del conductor cerrarse. Luego la del copiloto. Son dos. Deduzco que también habrá un tercer ruso en la parte trasera conmigo. Son pocos y no me consideran una amenaza. Quizá pueda lograr escapar antes de que lleguemos al interior.
Tragándome el dolor que siento, sigo forcejeando con las cuerdas intentado desatarlas. La piel de las muñecas me arde pero no paro; tengo que lograrlo. Aprieto la mandíbula para evitar llorar de nuevo. Tengo que ser fuerte.
Alguien me agarra de los brazos y me pone de pie. Pasa sus manos por debajo de mis piernas y me sube a sus hombros para bajarme de la furgoneta. Me da asco sentir sus manos por mi cuerpo. Me deja en el suelo y, a continuación, siento como dos de ellos se sitúan uno a cada lado de mí y el tercero detrás.
Sigo tirando de las cuerdas; no es muy gorda, por lo que muy difícil no puede ser. Vamos Quinn, tú puedes. Sigo tirando, retorciendo y frotando y, cuando al fin parece que estoy a punto de romperlas, se me ocurre una idea: desmayarme.
Doblo las rodillas y me tiro al suelo, quedándome completamente quieta para simular mejor la inconsciencia. Los hombres dicen algo en ruso entre sí. Mantengo los párpados cerrados porque sé lo que harán a continuación.
Como imaginé, uno de ellos se arrodilla y me quita el saco de la cabeza. Me da palmaditas en las mejillas para espabilarme, así que lo hago. Abro los ojos lentamente y aspiro el aire; en realidad sí que lo necesitaba.
—Necesito aire —digo con la voz entre cortada. El hombre asiente y me ayuda a levantarme.
Bien Quinn, hora de la acción.
De un tirón rompo al fin la cuerda que sujetaba mis muñecas. Tardan en reaccionar, y aprovecho su desconcierto para atacar. Le propino una patada en los huevos que hace que se encoge. Los otros dos reaccionan más rápido y se abalanzan sobre mí. Sin saber muy bien qué hacer, le lanzo a uno una patada que le da en el estómago dejándolo sin respiración, y al otro le doy un puñetazo en el cuello.
Al ver que todos están tratando de recuperarse, corro lejos de ellos buscando una salida. Y es entonces cuando veo dónde estoy. Parece una zona llena de almacenes. Literalmente, mire por donde mire solo veo almacenes. Desesperada, echo a correr hacia delante, rezando para encontrar una salida.
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Ojos Rojos [+18] [Libro I & II]
Misterio / Suspenso[COMPLETA] «Un terrible asesinato. Un único testigo. Protegerte será su única obsesión.» *** La vida de Quinn, una chica con miles de problemas, cambia radicalmente cuando sin querer, una noche, presencia los horribles crímenes de un asesino en seri...