•|Once: «¿En quién debo confiar?»|•

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Quinn.

¿Por qué las personas que más sufren son las que menos se lo merecen?

Parece que la vida se ha empeñado en hacerme sufrir y, por cada golpe que recibo, siento que una bala me atraviesa el pecho.

Primero sufrí la muerte de mis padres; un balazo.

Luego, un novio maltratador; dos balazos.

Después, convivir con la mafia rusa; tres balazos.

Y ahora un asesino en serie está cazándome; cuatro balazos.

¿Merezco esto? ¿Puede pasarme algo más? Lo único que falta es que me maten y, sinceramente, ese hecho cada vez me parece más sensato. Quizá sea la única manera de parar mi sufrimiento.

En cuanto termino de leer la nota de Red, me apresuro al balcón y me asomo; el cielo está gris y seguramente llueva, y en el suelo veo huellas en el barro, pero no hay rastro de él.

Cierro las puertas, temblando ligeramente. Ha estado aquí. Ha estado aquí. Las palabras se repiten en mi mente como si fueran un mantra para mantenerme cuerda.

Pero no me tranquilizan en absoluto. Ha estado en mi habitación. Me ha dejado una nota. O un acertijo. Sí, se asemeja más a un acertijo.

¿En quién debo confiar? Se supone que está más cerca de mí de lo que creo. Y si... No, imposible. Pero podría ser... ¿Y si es alguien que conozco?

Puede que no sea un hombre, ahora que lo pienso. ¿Y si es una mujer? Voto por Caliope, es la única que conozco que es lo suficientemente mala como para hacer eso.

¿Y si es un hombre? Chad. Ellos dos harían buena pareja. Si es uno de ellos dos, me decanto más por mi exnovio.

Cierro los ojos y niego con la cabeza. No, no puede ser ninguno de los dos. Blake me dijo que Red juega con las mentes de las personas. Eso hace ahora mismo conmigo; quiere asustarme.

Doblo el papel y lo guardo en el cajón de mi mesilla; por el momento, no tengo intención de decírselo a nadie.

No deberías confiar en nadie.

Decidida, asumo que Red está lejos de la mansión y que no es ningún conocido mío.

Retrocedo, pongo buena cara para que no noten que algo me ha alterado y salgo de mi habitación.

Pienso en como esta mañana Blake no ha sido un imbécil y me ha besado.

Una sonrisa boba aparece en mi rostro y las mariposas inundan mi vientre. Oh no. No puedes enamorarte. No lo haré. Es sólo un efecto que produce Blake. Seguro que es sólo eso.

Bajo las escaleras sin prisas y me encamino de nuevo al salón, donde Nyx ya está jugando con sus nuevos juguetes. Está tan feliz; verle así hace que el resto también lo estemos.

Hago notar mi presencia y carraspeo. Todos me miran y Blake me sonríe con ternura.

—¿Tenéis hambre? —pregunto encontrando mi voz más calmada.

—Mucha —Nyx se frota la barriga para demostrar que es cierto. El resto asiente con la cabeza.

—Os prepararé el desayuno —anuncio, dándome la vuelta para entrar en la cocina.

Amo cocinar, por eso principalmente me ofrezco siempre a hacerlo. Además, así siento que aporto algo en esta familia. Ellos me protegen, trabajan, ¿y yo? Yo no hago nada. Cada vez pido más días libres porque ahora cuidar de Nyx se ha convertido en mi prioridad. También ayuda el hecho de que Blake me paga todo lo que necesito.

Ojos Rojos [+18] [Libro I & II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora