Talló sus ojos con frustración y suspiró pesado.
Estaba trabajando demasiado, pero no podía evitarlo. Era su única distracción ahora que sus papás no le hablaban y tampoco se sentía con ánimos de llamar a su prometido.
Retrocedió en su asiento y se dispuso a mirar con atención la fotografía que decoraba su escritorio.
Era del día de su graduación de la preparatoria. Ambos sonreían y se abrazaban fraternalmente mientras decían alguna clase de broma estúpida que sólo ellos entendían.
Ni siquiera habían sido la cita del otro, pero habían terminado la noche juntos y, después de unas horas de tontear en el restaurante al que fueron, confesaron un amor que, para la suerte de ambos, resultó ser mutuo.
Jaemin estaba seguro.
Se enamoró de él desde el día en que lo vio por primera vez y estaba seguro de que sería así por el resto de su vida.
Lo amaba muchísimo, por eso no entendía por qué era tan complicado para sus papás comprenderlo.
La situación se había tornado bastante tensa en su casa.
Los mayores no hablaban con él más que para ofrecerle comida, y ya no compartían esos momentos que acostumbraban a tener a la hora de la cena.
Esa noche, por ejemplo, Sicheng había preparado su comida favorita. También había comprado una botella de vino y un delicioso postre para pasar una encantadora velada con Jungwoo.
Él, por supuesto, no había sido requerido.
Ahora no sólo estaba triste, también moría de hambre.
Era por eso mismo que no podía llamar a su prometido.
No quería que el otro le viera de esa manera. No era justo que el amor de su vida tuviera que lidiar con su mal humor o enojo irracional.
Era como contaminarlo.
Y ahí estaban de nuevo las dudas invadiendo su cabeza.
¿Cómo se suponía que se casaría con alguien a quien ni siquiera le permitía conocer lo peor de él?
Cuando el otro viera el lado feo de su persona ¿lo aceptaría igual? ¿lo amaría igual?
Se sentía inseguro y tenía miedo, pero estaba casi convencido de que todo se debía a todo lo que sus papás le habían dicho.
Odiaba sentirse así y no saber a quién acudir.
Entonces recordó lo que estaba haciendo para distraerse en primer lugar y volvió a su trabajo.
- Que día de mierda –
- ¿Ya te sientes mejor, mi amor? – susurró en su oído.
Después de la cena, ambos habían optado por pasar al sofá a relajarse con un par de copas de vino y un ambiente creado por luces tenues y música tranquila.
- Sí – sonrió coqueto – te luciste –
- Me gusta ver a mi esposo feliz – dijo comenzando a besar su mejilla y cuello, provocando un leve jadeo por parte del otro.
- Jaemin está arriba – regañó – podría escucharnos –
- Que se vaya – rió – nadie lo está deteniendo –
- Sicheng – hizo un puchero.
El mencionado rodó los ojos y se separó para mirarlo.
- ¿Quieres hablar de eso? –
- Ya dije todo lo que tenía que decir – suspiró – pero de todos modos me siento algo triste, decepcionado y... -
- ¿Enojado? Porque yo sí – negó – ese estúpido no tiene idea de lo que está haciendo –
El menor le miró extrañado y se incorporó para verle.
- ¿Él no te agrada? –
- Jungwoo, si tuviera la oportunidad de regresar el tiempo lo elegiría a él como hijo en vez de a Jaemin – bromeó – lo quiero mucho, no me molestaría que formara parte de mi familia –
- Pero no ahora –
- Pero no ahora – repitió de acuerdo – mierda, es que... – rió amargo – ese niño –
- Lo entiendo – besó su mejilla – al menos no están esperando –
- Gracias a Dios – asintió – de ser así, en serio estaría perdido. No habría vuelta atrás –
El menor lo meditó en silencio por unos segundos.
- ¿Sabes algo? – frunció el ceño – que se vaya a la mierda –
El chino le miró perplejo.
- ¿Qué? –
- Cuando nosotros descartamos la idea de tener hijos era porque estábamos tratando de evitar precisamente esto – bebió un trago de su vino – no se supone que nos sintamos así ahora. Deberíamos estar en un crucero, no peleando con un semi adulto que no sabe manejar su vida –
- Tienes razón – concordó – hubiéramos hecho un montón de viajes a lugares paradisiacos y esas cosas –
- Tendríamos una propiedad en el extranjero –
- Una granja con caballos – lo señaló – ya sabes, uno blanco que puedas cepillar con esos bonitos peines especiales –
- Esos cepillos de madera ¿no? –
- Esos – sonrió brillante – tal vez un par de vacas –
- O cabras – tomó su mano – amo las cabras –
- A mí también me gustan las cabras – dijo abrazándolo por los hombros – me recuerdan a hace algunos años –
- ¿Cuándo fuimos a esa granja? – rió - ¿recuerdas que Jaemin se la pasó huyendo de todos los animales? –
- Y luego cayó en ese charco y empezó a llorar – asintió con la mirada perdida – después lo cambiamos y lo llevamos a cenar a ese lugar para niños. Se divirtió mucho –
- Y volvimos al hotel y contamos cuentos para dormir – sus ojos brillaron – mierda, lo odio –
El otro rió sinceramente y lo apretó entre sus brazos.
- Nosotros debimos hacer algo mal con él –
- Prefiero culpar a su madre – frunció los labios – no sabemos qué clase de genes tenga –
- También he pensado eso – admitió el chino – si algo sale mal con este niño, debe ser culpa de sus padres biológicos –
- Totalmente – se acurrucó contra él.
Observaron a la nada en silencio por un tiempo prolongado.
- ¿Quieres que llene tu copa? – ofreció el mayor, separándose para mirarle.
- Por favor – sonrió - ¿puedes traer un tazón con botana? –
- Lo que ordenes – se acercó a besarlo dulcemente antes de tomar ambas copas y levantarse.
- Sicheng – llamó Jungwoo apenas había avanzado un par de pasos.
- ¿Sí? –
- Recuerda que no le gustan los champiñones – se estiró en su lugar – cambia el portobello por el puré que quedó de la comida. Déjalo frío, él lo prefiere así –
El otro asintió riendo avergonzado.
- Me conoces tan bien –
- Por supuesto que sí – lanzó un beso al aire – no tardes – dijo guiñándole un ojo.
No podía molestarse con él por ello.
Él totalmente habría hecho lo mismo.
Todavía que se porta como se porta, le llevan de cenar.
Que niño malcriado.

ESTÁS LEYENDO
The marriage
FanfictionHizo lo que cualquier adulto saludable haría en su lugar de haber tenido el mismo pesado día que él había tenido. Miró al agitado chico junto a él y suspiró, cerrando los ojos. A tientas buscó su mano sobre el colchón para tomarla y apretarla con un...