Capítulo 02

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- Vamos, mi amor – masticó con dificultad – llévate mi auto –

- ¿Qué hay de ti? –

- ¿Qué hay de mí? – negó – John puede llevarme consigo. Díselo, John –

- Yo puedo – asintió – él me alimenta, le doy un aventón. Es lo justo –

- Eso es muy amable, pero no – se levantó de su silla – llevaré el mío, pa –

- Bebé – se levantó también – esa carcacha puede dejarte en medio de la carretera y provocar un accidente, ¿quieres que me muera de tristeza? –

El menor rió y lo atrajo en un protector abrazo.

- Voy a estar bien – besó su mejilla - ¿por qué mejor no me deseas suerte? –

- Suerte – murmuró desanimado – prométeme que me llamarás si tienes algún problema –

- Lo prometo – miró al otro – adiós, John –

- Adiós, niño – balbuceó con la boca llena – suerte –

El menor sonrió agradecido y salió del comedor.

- Deberías dejar que tome sus decisiones – comentó una vez que se quedaron solos.

- Es fácil para ti decirlo – replicó molesto – cuando tengas hijos, dime cómo te sientes con tu pequeño bebé poniendo en peligro su vida –

- Él estará bien – rió – y creo que es más problema que tú estés constantemente tratando de hacerle sentir inseguro con sus elecciones –

- Sólo quiero que lo haga bien – se sentó nuevamente junto a él - ¿eso es tan malo? –

- Él tiene derecho a equivocarse algunas veces ¿no? –

- ¿Arriesgándose así? –

- Taeyong, he visto ese auto ¿sí? – alzó las cejas – créeme cuando te digo que si le dan el trabajo esa cosa no va a durar más de dos viajes y, entonces, no le quedará de otra más que aceptar tu trato –

- Espero que tengas razón – susurró, extendiéndole una servilleta.

- La tengo – limpió sus labios – no te preocupes por Jisung. No va a salir lastimado –

El castaño lo miró en silencio y sonrió enternecido.

- A veces sólo olvido que eres mi empleado –

- Mejor para mí – se encogió de hombros - ¿puedes también olvidar que no envíe las facturas del mes pasado? –

- Ni en un millón de años – tomó ambos platos vacíos y de dirigió a la tarja.

- Aún no terminaba – hizo un puchero.

- Te empacaré algunos – miró el reloj tras él – llegaremos tarde –

- Podemos hacerlo. Eres el dueño –

- Yo puedo hacerlo – asintió – tú no –

El alto rió divertido y se encaminó a la puerta.

- Te esperaré en la camioneta –

- Ajá – respondió desinteresadamente.

Una vez solo, se tomó un momento para respirar hondo y ordenar sus pensamientos.

Tal vez John tenía razón y estaba siendo demasiado protector con su hijo.

No podían culparlo, él sólo quería darle lo mejor.

The marriage Donde viven las historias. Descúbrelo ahora