Capítulo 15

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Después de incontables horas de trabajo, su esfuerzo por fin había sido recompensado.

Le había ofrecido a su papá pagar las cuentas con su primer sueldo, pero éste se negó, diciéndole que no fuera tonto y lo gastara en sí mismo.

Decidió que sería una buena idea invitar a su amigo y compañero de trabajo a cenar, en agradecimiento por toda su ayuda y paciencia.

Había pensado en invitar a Yuta, pero no quería que su esposo malinterpretara sus intenciones, por lo que optó por agradecerle comprándole una caja de dulces y dejarla sobre su escritorio después del turno.

La cena había sido deliciosa y su compañía increíble, por lo que ambos decidieron que continuarían con su noche en la casa de alguno de los dos.

La elegida fue la casa del menor, a la que llegaron luego de pasar al departamento del alemán a recoger sus pertenencias.

Habían comprado algunas cervezas y muchas golosinas para la noche, la cual mejoró exponencialmente cuando encontraron al padre de familia saliendo de la casa.

- Hola, mi amor – saludó, besando las mejillas de ambos - ¿tendrán una pijamada? –

- Algo así – sonrió - ¿vas a salir? –

- Sí, volveré en la madrugada – rodó los ojos – ya sabes cómo se extienden esas reuniones –

- Claro – asintió – bueno, entonces nos vemos –

- No se lastimen – dijo acariciando el rostro del mayor – pórtense bien –

- No bebas mucho – pidió su hijo despidiéndose de él.

Luego de eso, entraron en su hogar y compartieron una extraña mirada cómplice.

Si bien, ellos tenían una relación meramente amistosa, no había regla escrita que dictara los límites que se suponía que debían de mantener.

Ellos todavía podían divertirse.

Jisung extendió su mano para cederle el paso a la cocina y el otro sonrió coqueto antes de caminar frente a él balanceando su cadera.

- Yo... - rió tímido – iré a ordenar un poco. Vuelvo enseguida –

- No tardes – susurró con voz seductora.

El menor asintió y salió corriendo en dirección de su habitación mientras Yang Yang se dirigía a la cocina.

Casi deja caer las bebidas que llevaba consigo cuando notó la presencia que le observaba desde la barra.

El desconocido lo miró desinteresado mientras comía tranquilamente lo que quedaba de una paleta helada.

- Hola – saludó después de un incómodo silencio - ¿qué haces aquí? –

- Yo... - aclaró la garganta – Jisung... -

- Ah – asintió – ¿dónde está él? –

- En su habitación – respondió más tranquilo.

- ¿Cómo sé que no mientes? – arqueó una ceja – bien podrías ser un ladrón –

- ¿Uno tan lindo? – negó – no creo –

- Puedes estarme engañando –

- ¿Cerveza? – le alcanzó una botella – están frías –

- Me caes bien – dijo aceptando la bebida.

La sonrisa que le regaló podía ser descrita como una de las más hermosas que había visto en su corta vida.

- Yang ¿con quién...? – bufó sonoramente - ¿qué estás haciendo tú aquí? –

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