Capítulo 09

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Tal y como YangYang lo había prometido, la fiesta era terriblemente escandalosa.

Era en una de esas casas de fraternidad que estaban en medio de un vecindario decente, por lo que el mayor se aseguró de compartir con él toda clase de consejos para huir en caso de que llegaran las autoridades.

Desde que llegaron, se entregaron completamente a toda sustancia que les ofrecían.

Estaban dispuestos a pasar un buen rato y no dejarían que nada ni nadie arruinara ese momento.

- ¿Quieres jugar a la botella? – ofreció el mayor – hay chicos lindos jugando –

- No te ofendas, pero es asqueroso – hizo una mueca - ¿sabes que hay ETS que se pueden contagiar por medio de un beso? –

- Te educó una monja ¿verdad? – preguntó curioso – puedes ser sincero conmigo, Jisung –

- He estado en más cursos de salud de los que quisiera – admitió – pero lo digo en serio. Yo no conozco a estas personas y no sé en qué anden metidas –

- Tal vez es mejor así – se encogió de hombros – yo sí los conozco y créeme, no vale la pena arriesgarse –

El menor rió divertido.

- Pero entonces ¿qué podemos hacer? – siguió YangYang.

- Tengo cigarrillos – se acercó a él – ya sabes. Especiales –

- ¿Por qué no encendemos uno de esos? – asintió – tal vez así nos armamos de valor para hacer todas esas horribles cosas que te enseñaron a no hacer en el convento –

- Los dejé en tu auto – recordó – préstame las llaves –

- No tardes – dijo entregándoselas – esperaré aquí –

El menor asintió antes de dirigirse a donde se habían estacionado.

El camino hubiera tomado menos si no hubiera tenido que pasar por varias especies de limbo en donde la mayor atracción del juego era pasar bajo un chorro corriente de alcohol con la boca abierta.

Se estaba divirtiendo un montón.

Dio con el coche luego de un par de minutos y, apenas entró un poco, pudo escuchar claramente su teléfono sonando sobre la música.

Se encerró completamente y respondió sin comprobar el contacto.

- ¿Hola? –

- ¿Por fin consideraste que soy digno de que atiendas mis llamadas? –

- ¿Perdón? –

- ¿Estás borracho? –

- Estoy en mi proceso de transformación – bromeó - ¿quién habla? –

- Estás borracho – aseguró – soy Yuta, tu jefe, ¿me recuerdas? –

De un momento a otro, el alcohol ya no estaba invadiendo su sistema.

- Lo siento tanto – se lamentó – no quise ser irrespetuoso –

- Ya te escuchas más sobrio – rió – mira, niño, no tengo intención de arruinar tu fiesta, pero en serio necesito que me envíes los documentos que te pedí. Debo enviar una respuesta el lunes temprano y no puedo hacerlo si no me he familiarizado con las actualizaciones de ese cliente así que, si no te molesto... -

- No puedo creer que lo olvidara – murmuró – deme un momento, se los mandaré enseguida –

- Estaré esperando – dijo colgando la llamada.

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