Capítulo veintiocho.

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Entré en el comedor siendo arrastrada por Ted. Este me apretaba la mano con fuerza, pero sin llegar a hacerme daño.
Cuando entramos, la extraña atmósfera que había se espesó.
Podía ver a Christian con las manos apretadas, y los ojos brillantes de furia. Anastasia, a su lado, tenía una expresión sorprendida, pero nada que ver con la de su esposo.
De espaldas a nosotros, Phoebe y Brandon estaban cogidos de la mano. Podía ver el leve temblor de Phoebe, pero el firme agarre de Brandon la ayudaba.
-Estoy embarazada, papá... De semanas -la voz de Phoebe sonaba firme, pero se podía ver el miedo bajo ella-. Y vamos a tenerlo, queráis vosotros o no.
La tensión en la mano de Ted aumentó, y supe que se estaba conteniendo para no gritar.
-¿Por qué no habéis usado la maldita protección, Phoebe? -le dijo Ted entre dientes.
Phoebe y Brandon se giraron, y nos miraron sorprendidos. Al parecer, no se habían dado cuenta de que estábamos aquí.
-No vayas por ahí, Ted -le amenazó Brandon con la voz-, que yo recuerde, a ti te pasó lo mismo.
Me mordí el labio, nerviosa. De acuerdo, esto iba de mal en peor. Ted dio varios pasos, acercándose de forma intimidante. Brandon hizo lo mismo, pero antes de que pudieran acercarse más me puse entre ambos.
-Por favor, calmaos...-les dije, seria-. Estáis siendo irracionales, y mucho, además -clavé la mirada en Brandon-. Lo que has dicho estaba completamente fuera de lugar, Brandon -trasladé la mirada a Ted, que me miró furioso-. Y tú no deberías reprocharle nada a tu hermana. Es lo suficientemente adulta para decidir sí misma.
En ese instante incómodo, después de que me quedé en silencio, Anastasia se levantó del sofá ágilmente.
Todos nos quedamos mirándola, viéndola acercarse a Phoebe lentamente. Phoebe la miraba entre asustada y decidida... Hasta que su madre sonrió.
La tensión en el ambiente se aligeró cuando la abrazó y dejó que Phoebe se refugiase en sus hombros.
-Te apoyaremos, cariño.
Furioso, Christian se levantó. Parecía haber salido por fin de la impresión
-Eso dilo por ti. No pienso permitirlo... Es demasiado joven, Anastasia.
La mirada de Ana atravesó a su marido. Los segundos pasaron mientras los demás observábamos impasibles el duelo de miradas. Finalmente, la mandíbula de Christian se endureció, y con los ojos chispeantes de furia salió del comedor.
Ted desapareció de la misma forma, segundos después.
Un suspiro general se extendió por la sala. Miré a Brandon, que tenía una expresión dolida en los ojos.
-No te preocupes, Brandon, acabarán entendiéndolo...-le dije, no del todo convencida.
Si algo podían ser los Grey, era cabezotas... Y muy, muy, gruñones.
Nos pasamos los siguientes diez minutos abrazando y consolando a Phoebe. Mirando a Ana, jamás pensé que podría ser tan tolerante.
-Me odian...-gimió Phoebe, llorando-, no me lo van a perdonar...
Ana negó con la cabeza y le besó la mejilla.
-Si algo hacen, es quererte, cariño... Por eso están así. No quieren aceptar que su niña, su pequeña niña, es ya una mujer, capaz de decidir por sí misma -ella suspiró y le quitó las lágrimas de los ojos a su hija-, aunque, para serte sincera, esta sorpresa ha sido muy inesperada.
Parpadeé sorprendida ante el pequeño discurso de Anastasia. Sonriendo disimuladamente, deseé poder ser una madre tan buena como ella.
-¿Dónde está Alex? -pregunté.
-Después de estar un rato fuera, decidimos que lo mejor era acostarlo...-su mirada se volvió divertida mientras me miraba, y me sonrojé-. Lo subimos a una habitación cercana a la de Ted.
Y en ese instante, me sonrojé al máximo. ¿Nos habrían oído...? Por la mirada de Anastasia, supe que sí.
Colorada, le di un beso en la mejilla a Phoebe.
-Voy a ver como está Alex... E intentaré hablar con Ted.
Ella me miró con los ojos rojos, llorosos, y asintió.
Suspirando y maldiciendo la tozudez de los genes Grey, subí las escaleras pensando en cómo haría para que Ted entrase en razón.
Cuando llegué a la habitación donde dormía Alex, la vi entreabierta. Por la pequeña rendija, pude ver a Ted de rodillas, observando a nuestro hijo con el ceño fruncido y se me encogió el corazón.
-Teddy...-susurré, haciéndome notar.
Él levantó sus hermosos ojos azules, atormentados, y se quedó en silencio.
Acercándome a él, me arrodillé a su lado, le cogí la mano que tenía sobre la cama y apoyé mi cabeza en su hombro. Él apretó mi mano y lo oi suspirar forzosamente.
-Teddy...-repetí, suavemente- ¿Estás enfadado?
Él inspiró y segundos después, negó con la cabeza.
-Estoy aterrado, al igual que mi padre...-apretó la mandíbula, y segundos después añadió-: Phoebe es demasiado joven para ser madre, Aria... Ella... Mierda, es mi hermana pequeña. Todavía mantenía la leve esperanza de que fuese virgen.
Apoyé mi boca en su hombro para no reírme de lo último, pero el temblor de mis hombros me delató.
-Ted...-le susurré, divertida- ¿Tengo que recordarte lo que me dijiste cuándo, con la misma edad que tiene tu hermana, te dije que estaba embarazada?
Él frunció el ceño y no me miró. Le había pillado, y él lo sabía. Cogiéndole de la barbilla, le obligué a mirarme.
-Me dijiste...
-Pero no es lo mismo, Aria...-se quejó él, interrumpiéndome.
-Me dijiste -repetí, ignorando su intervención-, después de abrazarme y de besarme, cuando te pregunté sobre si nuestra edad sería un problema, me dijiste que jamás volviese a pensar que una noticia así podría molestarte... Y que te había hecho el hombre más feliz del mundo -cuando el músculo en su mandíbula empezó a temblar, le sonreí y le besé suavemente-. Ahora te pregunto, ¿Qué diferencia hay?
Su silencio me respondió, y cuando le abracé, él tembló.
-Tengo miedo de que salga herida, Aria. No lo soportaría...
-Lo sé cariño, pero tienes que ver que ella no está sola, Brandon está con ella -Ted gruñó al oír el nombre de Brandon-, igual que tú estuviste, y estás conmigo. Haciéndome feliz a cada instante.
Él gimió ante mis palabras y me besó el cuello, para después subir y besarme la boca.
-Eres lo mejor de mí, ¿Lo sabías? -respondió él minutos después, más calmado y con una leve sonrisa-, la parte sensata, aunque temeraria, de mi alma.
Yo reí ante lo de temeraria y le besé.
-Anda, bajemos. Todavía tienes que felicitar a tu hermana... Y a Brandon.
El gruñó de nuevo, pero se levantó. Antes de irnos, besó la frente de nuestro hijo.
-No sé si voy a ser capaz de no matar a Brandon -masculló él, con los dientes apretados.
-No lo harás... O sino, tendrás que explicarle a tu sobrino o sobrina el por qué le dejaste huerfano antes de nacer.
La mirada de Ted fue dura y seca, pero le sonreí y al instante su mirada se relajó.
Cuando llegamos al comedor, vimos a Brandon y a Phoebe juntos... Y sin Anastasia a la vista.
-Brandon -le dijo de forma tensa Ted. Creo que todavía no lo había aceptado del todo.
-Ted -le respondió Brandon de la misma manera.
La mirada de Phoebe y la mía colisionaron, y al instante ambas suspiramos. Eran un par de casos perdidos.
-Teddy, ¿no querías decirle algo a tu hermana?
* * * * * * * *
Llegué al despacho de Christian, y al instante sentí el nerviosismo recorriéndome. Hacía mucho tiempo que no veía a Christian así, tan... Descontrolado.
Sabía que había sido un duro golpe para él aceptarlo, pero ya no podía hacer nada para evitarlo. Pronto, tendríamos otro precioso nieto o nieta, y aunque él no quisiese aceptarlo, provendría de nuestra hija.
Con cuidado, llamé a la puerta y sin esperar el consentimiento, la abrí, pues sabría que él no respondería.
Mi corazón se tambaleó al ver su expresión desolada, y sin embargo sonreí.
Era tan grande el amor de Christian por Phoebe, que temía cada paso que ella daba. Era evidente que él no quería que su niña creciese, pero era inevitable... Y era algo que debía aceptar.
Caminé hacia él, observando sus rasgos endurecidos. Tenía un vaso en su mano, y el cuerpo acomodado en el sillón de su escritorio.
Su mirada grisácea se quedó estancada en la mía cuando me arrodillé delante de él, apoyando mi barbilla en su rodilla. Cogiendo la mano que colgaba del sillón, por fin él reaccionó.
-Ana...-dijo él, asustado. Mis ojos se humedecieron ante su tono de voz.
Él dejó el vaso en la mesa, y me obligó a sentarme sobre él, donde me abrazó.
Pasando mis manos por su pelo, noté su tenso abrazo y se lo devolví con la misma intensidad.
-Christian... Entiendo como te sientes...
-Ella es demasiado joven, Ana -sus ojos brillaban, aterrorizados.
Yo negué con la cabeza y sonreí, besándole los labios.
-Yo también lo era, al igual que Aria, y ambas estamos completamente felices, con vosotros a nuestro lado -le acaricié la mejilla y sus ojos refulgieron-. No tengas miedo de que nuestros hijos crezcan, Christian, disfrútalo.
Él tensó la mandíbula.
-¿Y cómo puedo hacerlo, Anastasia? -susurró él-. Cierro los ojos, y lo único que imagino es a Phoebe, sufriendo lo mismo que tú en el parto de Ted y... Mierda, ¿Cómo podría soportarlo?
Así que era eso lo que temía... Cerré los ojos y le besé, intentando calmarle.
-No puedes evitarlo, cariño. Nuestra pequeña ya es una mujer, y ha decidido por si misma. Nosotros lo único que podemos hacer es aceptarlo, y apoyarla.
Él inspiró con fuerza, con los ojos cerrados.
-No sé si podré hacerlo...
-Podrás, cariño. Yo estaré contigo, siempre.
Y en ese instante, me besó con pasión, envolviéndome y controlando, como siempre.
-Dios, Ana... Gracias -él apoyó su frente en la mía-. Gracias por hacerme tan feliz.
-Entonces, ¿Eso significa que le apoyarás? -sonreí, emocionada.
-Lo haré -él sonrió, todavía con resquicios del miedo en sus ojos-, o al menos... Lo intentaré, Ana.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora